Lunes, 14 enero 2002 Año III. Edición 279 IMAGENES PORTADA
Música
En Croacia se baila el son

Cubismo quiere que 'viva La Habana': una agrupación y un disco que rinden homenaje a nuestra música tradicional.
por CARLOS OLIVARES BARó  
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El legado sonoro de Machito/Bauza/O'Farrill se extiende por muchos países europeos: en Holanda (Grupo Manteca, del pianista Jan Laurens Hartong), en Alemania (Orquesta Irazu, del saxofonista chileno Raúl Gutiérrez), en Inglaterra (Robin Jones, Mark Cotgroove Snowboy, Tumbaíto, Bilongo all stars), en Francia (Marmite infernal, Black Chantilly), por citar sólo algunos de los ensemble de jazz afrocubano que se mueven en los escenarios de París, Amsterdam, Londres, Lyon y Munich. Resulta interesante apuntar que la mayoría de esas agrupaciones han optado por la estructura big band al estilo de Machito/Bauza o copian el formato de Chico O'Farrill y su Afro-Cuban Jazz Big Band.

Cubismo, orquesta conformada por nueve músicos de Croacia —con invitados ocasionales del Caribe y América—, nació en Zagreb en 1996 bajo la dirección del explosivo conguero El Cacique Rupcic. Con un formato heredado de las agrupaciones cubanas de los 40, 50 y 60 (percusiones, batería, bajo, guitarra eléctrica, metales y vocalistas), llama la atención su detonante tinte melódico/rítmico y la espontaneidad en las ejecuciones de sones, guarachas, boleros, chachachás y piezas clásicas del jazz afrocubano. Asimismo, el colorido de las percusiones (congas, bongoes, timbal y maracas), acoplado a los golpes del drums, dibuja un swing de fresca resonancia en compañía de los apuntes del piano, bajo y guitarra eléctrica, que conversan en contrapunto con las fragosidades de las secciones brass y reed (trompeta, flugelhorn, trombón y saxs) hasta lograr un timbre de atinada invitación al baile.

Cubismo, viva La Habana. Live! (Irma World, 1999), disco compacto grabado en el Teatro Gavella de la Ciudad de Zagreb durante un concierto ofrecido en Mayo del 98, muestra la fuerza de estos músicos de la Europa adriática que con amor y rigor han entendido los sabores y secretos de nuestra música, y la ejecutan con un entusiasmo digno de comentarios.

Diez piezas hacen un balance de las principales manifestaciones de la complejidad rítmica cubana con riff muy singular y tonalidades donde asoman de vez en vez alardes virtuosos nunca desbordados y siempre en función de originales arreglos. Así escuchamos Oriente, una guajira de La Lupe, en cadenciosa orquestación del invitado saxofonista Nelson Hernández, que la vocalista dominicana Yolanda Duke (durante muchos años miembro de la orquesta de Tito Puente) interpreta con soltura elegante, desde un fraseo que nos recuerda, en algunos segmentos, a la misma Lupe. El flautista africano George Makinto (director musical de Miriam Makeba) dibuja con inusitadas citas jazzeadas esta composición antológica de nuestro repertorio. En Na na na na, una guaracha salseada de K. Metikos, destaca la vocalización de Josepa Lisa, reina de la música pop croata, que acepta el reto y sale airosa en un dueto —con el venezolano Ricardo Luque— de sabrosa entonación, donde castellano y croata se hermanan gracias a los cordeles universales de la música.

Interesante el encore de George Makinto en St'Thomas (S. Rollins): los silbos virtuosos de su flauta nos hacen recordar algunos desplazamientos de Herbie Mann y el humor de José Luis Cortés. Pieza clásica del hard bop, el arreglo del flautista africano la concluye en tiempo de songo/samba, con la sonoridad del talkin'drum en desafiante diálogo con guitarra eléctrica (Mario Igrec) y trompeta (Josip Joachem Grah).

En la algarabía del recital, Ricardo Luque anuncia un bolero cubano y escuchamos Tú mi delirio (Portillo de la Luz) con arreglo del trompetista Josep J. Grah y sobresaliente solo del trombonista Nenad Grahovac, que homenajea a Tommy Dorsey y a Kai Winding; un poco engolada la voz del venezolano, pero la atmósfera lograda hace justicia al filin de los 40 y 50. Composiciones como Yumbambé (del repertorio de Poncho Sánchez), Sueños (cadencioso chachachá de Luque) o Definitivamente (un mambo en tiempo de guaguancó de Rudy Peréz) son interpretadas con soltura, gracia y fervoroso afán comunicativo ante un público familiarizado con los timbres afrocubanos: la grabación en vivo delata un auditorio exigente y agradecido frente a la buena música.

Viva La Habana rinde homenaje a nuestras modalidades musicales; la tribu del Cacique Rupcic teje con oficio y artesanía una red sonora de sabrosa presencia armónica/rítmica. No sólo la Reina Isabel baila el danzón: los habitantes de Zagreb se columpian también en los resortes de su cadencia. Cubismo es responsable de que el son santiaguero, el chachachá, el bolero y el mambo tengan aceptación en tan lejana geografía. Hay que seguirle los pasos a estos croatas; ojalá éste no sea el último disco que nos regalen.


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