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Tras una participación masiva, que obligó a mantener abiertos algunos colegios electorales hasta medianoche, Mohamed Jatamí ha sido reelegido presidente de Irán con el 80% de los votos, superando el 68% que consiguió en 1997. A una considerable distancia, le siguen el ex ministro de Trabajo, Ahmad Tavakoli, representante de la "línea dura" del islamismo conservador, con un 15%.
El modelo iraní de república islámica, instaurada en 1979 por el ayatolá Jomeini tras el derrocamiento del Sha Mohamed Reza Pahlavi, se basa en el Velayat-e Faquih, según el cual la máxima autoridad religiosa, el Guía de la Revolución, vocero de Alá, tiene un poder supremo, por encima del presidente electo, la voluntad popular materializada en el voto, el parlamento o las leyes. El actual ayatolá, Alí Jamenei, sucesor de Jomeini, dispone de un Consejo de Vigilancia y de un Consejo de Expertos –aproximadamente equivalentes al Tribunal Constitucional y el Consejo de Estado en Occidente– de los cuales dependen el sistema judicial, las fuerzas armadas, los Guardianes de la Revolución, las milicias de los Basijis y la radiotelevisión iraní, controlando así los sectores claves del poder. El Consejo de Vigilancia determina también qué leyes, personas, normas o instituciones son compatibles con los principios teocráticos, desde la administración municipal y la justicia, hasta el funcionamiento de las universidades. En las presentes elecciones, por ejemplo, el Consejo ha rechazado más de 800 candidaturas, bien sea por su carácter disidente o porque fueran presentadas por mujeres. En su campaña a la presidencia de 1997, Mohamed Jatamí proponía, sin desmontar la República Islámica, la implantación de una democracia religiosa que garantizara una amplia libertad cultural y política, promoviera reformas económicas y abriera el país al mundo. El 70% de los votos (superior en el caso de las mujeres y los jóvenes) confirmó, en aquella ocasión, los deseos del pueblo iraní. Su reelección lo corrobora, aunque hoy el propio Jatamí considera que ha fracasado en su propósito. ¿Por qué? Durante cuatro años, el Consejo de Vigilancia se ha dedicado a reprimir a los nuevos partidos "jatamistas", bloquear las decisiones del parlamento, controlado por los partidarios de Jatamí, y cerrar las puertas que intentaba abrir el presidente electo. En abril del 2000, el parlamento, aún de mayoría conservadora, endureció la ley de prensa. El nuevo parlamento jatamista modificó la ley, pero fue vetado por el Consejo. La razón es que la prensa liberal, aparecida en los últimos años, ha canalizado muchas de las preocupaciones sociales, sobre todo de las mujeres, consideradas "menores de edad" de por vida, razón por la que se limita su función en la sociedad; y los menores de 25 años, que constituyen las dos terceras partes de la población iraní, y son los más reacios a aceptar las limitaciones y la estratificación del poder legada por sus mayores, además son los más afectados por el paro. El ayatolá Jamenei ha tildado a la nueva prensa de ser "una base al servicio de los enemigos de Irán". Decenas de publicaciones han sido clausuradas, así como unos 400 cibercafés, que tras diez años de censura a la que llamaban "red satánica", se expandieron vertiginosamente, demostrando la necesidad de apertura.
El triunfante laborismo thatcheriano El callejón de la muerte Voto contra el extremismo Juicio justo o persecución política |
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