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La cumbre Acaba de concluir en Québec la III Cumbre de las Américas, con la participación de 34 mandatarios latinoamericanos y la única exclusión de Fidel Castro.
El tema central ha sido la creación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) que permita la libre circulación, desde Alaska a la Patagonia, de mercancías y capitales, eliminando trabas burocráticas y barreras arancelarias –a diferencia de la Unión Europea, que va camino de construir el primer conglomerado de naciones integradas, además, institucional, humana y socialmente–. El ALCA sería el mayor mercado del mundo, integrando a 800 millones de personas, 11 billones de dólares de producto interior bruto (el 40% mundial) y el 20% del comercio del planeta, que funcionarán de acuerdo a "las reglas y disciplinas" de la Organización Mundial de Comercio. Existe ya un anticipio, en el Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México que ha reportado a éste último un mantenido crecimiento económico. Por otra parte, durante los últimos 10 años, el comercio de Estados Unidos con América Latina aumentó un 219% en contraste con Asia (118%), UE (89%) y África (62%). Claro, que del volumen económico que engloba el ALCA, una parte sustancial corresponde al hemisferio norte, en especial a Estados Unidos. Para sus capitales significaría una apertura irrestricta del continente, necesitado de inversiones y tecnología y la perspectiva de relocalizar industrias allí, donde la mano de obra es más barata. Para Latinoamérica, una apertura del mercado norteamericano, donde sus productos pueden ser muy competitivos, la atracción de capitales, tecnología y la creación de empleo. La ausencia de Cuba se debe a que la democracia será condición ineludible para la participación en la ALCA, tal como se expresa en la Declaración de la Ciudad de Québec: "el mantenimiento y fortalecimiento del Estado de derecho y el respeto estricto al sistema democrático" será imprescindible para pertenecer y recibir beneficios del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Cláusula que firmó incluso el mandatario venezolano Hugo Chávez, quien reiterara en la Cumbre su amistad con Fidel Castro y aludiera a la "democracia participativa" que pone en práctica Venezuela, como un modelo mejor que la democracia representativa convencional. No se trata sólo de un veto al Gobierno cubano, sino de una medida preventiva ante posibles tentativas autocráticas, nada escasas en la historia de nuestro continente. Incluso la Organización de Estados Americanos (OEA) preparará una Carta Democrática Interamericana. La declaración de Québec afirma que se efectuarán "consultas en el caso de una ruptura del sistema democrático de un país que participa en el proceso de Cumbres". Quién o quiénes y cómo, decidirán que un país viola las normas democráticas, es algo que aún se desconoce.
Montenegro deshoja la margarita Una democracia en peligro Muere el sindicalismo único en México |
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