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Los babalawos tenían la razón
NATALIA BOLíVAR, La Habana  

El 1 de enero de 1957 el dictador Fulgencio Batista no durmió bien. Ese día decenas de babalawos, reunidos en la Habana, dieron a conocer el oddún del año. Es decir, la palabra que marcaría el destino en los siguientes doce meses. Una previsión sobre los sucesos que tendrán lugar ese año.

Batista, practicante de la Regla de Ocha, ahijado de Isabel Kolá, prestigiosa santera trinitaria que le asentó Changó, luego de él haber recibido un fundamento de Oddúa por un pacto haitiano, contó, además, con toda la confianza del reconocido palero Chano Betongó, quien le entregó un resguardo de Madre de Agua a su segunda esposa Martha Fernández Miranda.

Santa Bárbara
Santa Bárbara (Colección N.B.)

Para un hombre como Fulgencio Batista, ferviente habitual de las religiones afrocubanas, dos palabras le torturaban esa noche: Irete logbe.

Ifá había hablado y había dicho: “Usted tiene enemigos que lo están vigilando, buscando o cazando”. Ese año, el 13 de marzo, un grupo de arriesgados jóvenes, la mayoría estudiantes, asalta el Palacio Presidencial.

Dice Ifá: “En un momento dado tuvo que esconderse para salvar la vida”. Batista huyó por la puerta trasera de palacio y salvó la vida milagrosamente.

Estas letras u oddún se interpretan por medio de historias llamadas pattakines. Contaba la leyenda que Changó iba a ser víctima de una encerrona en su castillo. Al ser avisado, Batista construyó dos puertas secretas para escapar: una puerta que daba a las escaleras de servicio, la cual conducía a la azotea del Palacio, y otra, en su casa particular.

El 13 de marzo de ese mismo año miembros de la organización Directorio Revolucionario atacan la mansión presidencial, donde murieron estudiantes y policías. Pero Batista escapó por la puerta secreta. Los estudiantes, que tenían el plano del Palacio, no sabían de esta construcción, ni conocían el oddún del año.

El presidente Batista, religioso al fin, seguía las recomendaciones de las letras o vaticinios del año sobre la situación económica, política, ambiental y social del país, según lo marcara el sistema adivinatorio de Ifá.

Los santeros tenían la razón fue el título con que se publicó un folleto narrando dicho acontecimiento y que circuló por toda La Habana, en marzo de 1957.


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