Jueves, 23 enero 2003 Año IV. Edición 540 IMAGENES PORTADA
Internacional
El factor brasileño

Lula rechaza la petición chavista de incluir a Cuba en el grupo de países que gestiona la crisis venezolana.
por ARMANDO AñEL, Madrid  
Chávez
Chávez abandona Brasilia tras su infructuosa reunión
con Lula da Silva

Luiz Inácio Lula da Silva vuelve a mover ficha. Por si no bastara su ausencia de los foros anti-ALCA celebrados en La Habana —consecuente con la imagen light que se regaló a propósito de las últimas elecciones cariocas—, el presidente acaba de dejar a Hugo Chávez en la estacada, negándose a secundarlo en su intención de empantanar, a nivel internacional, el arbitraje del conflicto venezolano. El aprendiz de Fidel Castro viajó a Brasilia el pasado sábado, donde durante cuatro horas intentó pasarle gato por liebre al brasileño —pretende incluir a gobiernos como el chino o el cubano en el Grupo de Países Amigos integrado por Brasil, EE UU, España, Chile, México y Portugal, que busca una salida democrática y pacífica a la crisis en Venezuela, y para ello el visto bueno de Lula resulta indispensable.

Pero la cosa no termina ahí, y valga la redundancia. Por si no bastaran las calabazas al ex golpista venezolano, los esporádicos espasmos liberales de su política económica o su pragmatismo de cara a la presuntuosa retórica castrista, Lula ha anunciado que asistirá al World Economic Forum (Foro de Davos) para introducir, entre col y col, el mensaje del Foro Social Mundial de Porto Alegre. Una jugada sorprendente, que ha encajado mal la izquierda radical brasilera. "El presidente se estará rebajando. En el Gobierno es necesario optar y la decisión de ir a ambos [Davos y Porto Alegre] no revela una opción clara", criticó Cándido Grzybowski, del Instituto Brasileño de Análisis Sociales.

Lo cierto es que Lula va de mal en mejor. Hasta dónde será capaz de llegar en esta suerte de viaje hacia el progresismo —el auténtico— es algo que casi nadie se atreve a predecir, pero indudablemente las inaugurales movidas del ex sindicalista le hacen un hueco a la esperanza. Que la izquierda latinoamericana dé muestras de realismo político y capacidad de adaptación a los tiempos que corren (además de una voluntad para resolver los problemas sociales alejada de la demagogia populista que tanto daño ha hecho al sur del Río Bravo) en la figura de uno de sus dirigentes históricos, no es poca cosa. Claro que, como algunos analistas pronostican, la postura adoptada por Lula en campaña, y tras su elección a la presidencia brasileña, pudiera responder a estrategias cosméticas, estrictamente coyunturales. No obstante, parafraseando al poeta, la mayor economía de Latinoamérica —y una de las más grandes del mundo— no se gobierna como se manda un campamento: tal vez el presidente ya esté enterado.


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