| Sin cartas para jugar |
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| Tras la renuncia del canciller Jorge Castañeda, ¿habrá cambios en la política mexicana hacia La Habana? |
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| por GILBERTO CALDERóN ROMO, México D. F. |
Parte 1 / 2 |
La salida de Jorge Castañeda Gutman —el autonombrado archienemigo de Fidel Castro— de la cancillería mexicana no debe alentar demasiadas perspectivas de cambios profundos en la relación de México con La Habana.
El nuevo responsable de la diplomacia, Luis Ernesto Derbez, tiene talante tecnocrático. Un economista cuajado en el mundo de las negociaciones comerciales que carece de antecedentes y aficiones ideológico-políticas.
Por su formación puede valorar a los bloques y países según su contribución a la economía nacional. Si esto es así, Cuba no tendrá cartas para jugar en esta partida, aunque la misma novatada política puede convertir a Derbez en un interlocutor receptivo para los funcionarios cubanos. Sólo los hechos despejarán estas incógnitas.
A Castañeda se le atribuye en buena medida la ruptura de los tradicionalmente cálidos intercambios entre los gobiernos de México y Cuba. Se puede llegar a pensar que sin él las cosas volverán al virtual romance diplomático anterior, pero todo indica que las modificaciones en la materia no tendrán mayor significación mientras se mantengan visualizaciones actuales en ambos países.
Los dos gobiernos tuvieron a partir de febrero del año pasado una amarga controversia. A la toma de la embajada azteca por una veintena de habaneros el 27 de ese mes, siguieron discrepancias durante la Cumbre de Financiamiento de la ONU, celebrada en marzo en la ciudad de Monterrey. Los hechos culminaron con el despido del embajador Ricardo Pascoe Pierce en septiembre pasado, confrontado con su cancillería.
Una disputa así entre México y Cuba no se veía desde septiembre de 1969, cuando el Gobierno castrista descubrió que el agregado de prensa de la Embajada azteca, Humberto Carrillo Colón, informaba por radio a la CIA desde su domicilio habanero.
El peso de los mexico-norteamericanos
Como titular de Relaciones Exteriores, Castañeda Gutman promovió una intensa política de respeto a los derechos humanos y de acercamiento con los Estados Unidos en busca de un acuerdo migratorio, y relanzó la presencia mexicana en foros multilaterales.
No le importó deteriorar en ese empeño entendimientos anteriores con sus colegas de la mayor isla del Caribe.
Jorge Castañeda tuvo mucho que ver en el rompimiento de su Gobierno con Fidel Castro y el canciller Felipe Pérez Roque, pero sería ingenuo establecer que todo se redujo a cuestiones personales.
La agenda mexicana con sus vecinos anglosajones es inagotable y va desde el manejo de las aguas internacionales, el tráfico de drogas, la seguridad nacional, la balanza de pagos y la deuda externa, hasta la fundamental presencia de más de 15 millones de individuos de ascendencia azteca en el territorio de la principal potencia económica y militar del mundo.
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