Miércoles, 22 enero 2003 Año IV. Edición 539 IMAGENES PORTADA
Internacional
Chile-EE UU: Un acuerdo comercial histórico

por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile  
Ricardo Lagos
Presidente chileno Ricardo Lagos

El presidente chileno Ricardo Lagos interrumpió este miércoles, poco antes de las nueve de la noche, la programación habitual de la televisión para ratificar lo que desde hacía pocas horas se conocía como el logro más grande de su gobierno, la culminación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.

Después de once años de arduas negociaciones, el 80 por ciento de las exportaciones de la nación andina entrarán sin aranceles al más voluminoso mercado del planeta. En cuatro años, la cifra ascenderá a cerca del 95 por ciento, y en diez todos los productos lo harán en condiciones preferenciales.

Según las declaraciones de un mandatario visiblemente orgulloso por este éxito, el desempleo —crítica más frecuente de la oposición— debe disminuir considerablemente por el esfuerzo extra que se concentrará en las exportaciones, y recordó que disminuirá igualmente el precio de los productos importados, como causa lógica en la baja del arancel.

Una de las múltiples consecuencias del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos se plantea en el crecimiento adicional, entre el uno y el dos por ciento del Producto Interno Bruto a partir de 2004, cuando comenzará a regir lo ahora pactado.

Comentaristas de la radio y la televisión coincidieron en lo positivo de un acuerdo que no deja de lado los derechos laborales y ambientales. Pero lo que más llamó la atención de los observadores en esta capital fue la coincidencia no sólo entre las personas de a pie entrevistadas, sino entre los políticos, algo verdaderamente inusual en un país que goza de una libertad de opinión muy excepcionalmente uniforme.

Si es cierto que varios productos agroindustriales tendrán que esperar un poco más para recibir los beneficios del tratado, ejecutivos de un sector como el de los productores de leche, que no alcanzó sus expectativas, dijeron a la prensa que el acuerdo los complace, pues, añadieron, es mucho más de lo que había.

Mientras en Estados Unidos el acuerdo se reconocía como de "última generación", a los funcionarios que encabezaron la numerosa delegación chilena en Washington —la canciller Soledad Alvear y el ministro de Hacienda Nicolás Eyzaguirre— se les ha comenzado a llamar, popularmente, "la dupla de oro".

El apelativo no ha sido cuestionado, ya que en el presente año el Gobierno de Lagos llegó a un acuerdo similar con la Unión Europea y hace sólo algunas semanas con Corea del Sur, país ubicado en una región con la cual Chile ha redondeado fuertes lazos comerciales.

Sobre la importancia del acuerdo, expertos en el tema adujeron que tanto México como España, que se involucraron en pactos similares en el TLC de América del Norte y la Unión Europea, respectivamente, han mostrado avances incuestionables desde entonces.

Contra lo que algunos en la oposición tal vez esperaban, el presidente chileno no atribuyó el exitoso acuerdo únicamente a su gobierno, sino a una política que se había iniciado incluso antes del acceso, hace doce años, de la concertación de partidos al poder, con lo cual Lagos admitía el buen desempeño del gobierno militar en el terreno económico.

Si es cierto que para no pocos especialistas lo pactado puede cambiar en relativamente poco tiempo la faz económica de Chile, otros lo tienen como un paso fundamental en la transformación de este país en la antesala financiera del continente, y en la sede de casas matrices de múltiples empresas.

En tanto se espera un incremento en la cifra de turistas norteamericanos y europeos que arribarán al país, la prensa, en naciones vecinas como Argentina y Perú, estima que el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos es una excelente noticia, un acuerdo histórico y un desafío para el resto de las naciones latinoamericanas.

Analistas políticos aseguran que los parlamentos en ambos países aprobarán sin mayores obstáculos lo firmado este miércoles.


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