Miércoles, 18 diciembre 2002 Año III. Edición 518 IMAGENES PORTADA
Internacional
Chávez, Bush y el petróleo

En momentos en que La Casa Blanca se dispone a iniciar la guerra contra Irak, comienzan a fallar las entregas de crudo venezolano.
por ALEJANDRO ARMENGOL, Miami Parte 1 / 2
Bandera
Huelguistas de PDVSA

Cosa curiosa. De repente, Venezuela se le ha convertido en un problema al presidente George W. Bush. Hablo de un problema real. No de los que sirven para llenar discursos, como el "problema cubano". Pues bien, ocurre que ya el Gobierno norteamericano tiene a sus tropas casi listas para iniciar la guerra contra Irak, que Sadam Husein continúa afirmando que él no tiene nada que ocultar, y el invierno toca a las puertas —la mejor época para iniciar los ataques, según los expertos. Y es precisamente ahora que comienzan a fallar las entregas de petróleo venezolano.

Washington se halla en una posición difícil con la crisis venezolana. Para sus planes de invasión a Irak, ésta ocurre en el peor momento. Durante los últimos meses, La Casa Blanca se ha mantenido neutral, a la espera de que la situación se estabilice en la nación sudamericana. Ha hecho lo posible para evitar un conflicto con el presidente Hugo Chávez. Ahora ve como el panorama se deteriora con rapidez. No se trata de especular si Chávez superará o no la crisis. Hay una realidad que va más allá de la permanencia momentánea de éste en el poder. Es la que preocupa a la administración de Bush. La situación ha entrado en un rumbo irreversible. Si el antiguo oficial de paracaidistas no es precisamente el gobernante ideal para el Gobierno norteamericano, a las puertas de un conflicto bélico de gran envergadura un Chávez amenazado abre la posibilidad de un nuevo frente muchísimo más cerca de sus costas, mientras los soldados pelean a miles de kilómetros de distancia y los aviones atacan en cielos lejanos. Por el momento, no se trata de otro frente de combate con armas convencionales, sino de un peligro económico no menos letal: equivale a colocar al mundo al borde de una grave crisis económica, con el precio del petróleo disparado más allá de lo previsto en caso de que se inicie la guerra anunciada.

De hecho, los precios internacionales del petróleo han registrado un alza al caer la producción del quinto exportador mundial de crudo, en momentos en que sus ventas internacionales siguen detenidas por la huelga que comenzó el 2 de diciembre. Mientras que la OPEP mantiene que en general hay un exceso de producción sobre las cuotas asignadas a sus miembros, los mercados siguen prestando más atención a la interrupción de las exportaciones venezolanas, así como a la posibilidad de un ataque contra Irak.

Los analistas consideran que las consecuencias de la huelga, para el mercado petrolero internacional, son similares a las que se producirían en caso de una guerra en el Golfo Pérsico. A ello se une un elemento clave. Mientras una interrupción en las exportaciones de los países petroleros del Levante es de gran importancia, por lo general su impacto no se siente en los Estados Unidos hasta después de 30 a 45 días. En el caso de Venezuela la repercusión es casi inmediata, debido a la cercanía. Al mismo tiempo, los norteamericanos dependen de ésta no sólo en la adquisición del crudo, sino también de derivados, como la gasolina y el combustible de alto rendimiento y para los sistemas de calefacción.

Hablar de unos acontecimientos en marcha encierra el peligro de que los hechos superen el análisis, pero no por ello se debe eludir el riesgo. El paro actual no puede durar muchos más tiempo, pero incluso si concluye antes de la publicación de este artículo, el Gobierno de Chávez quedará transformado luego de su terminación.

Esta transformación se manifiesta en factores económicos y políticos, en ambos casos con repercusiones internacionales. Dentro de los factores económicos, en ningún sector el cambio será más palpable que en la estatal empresa de petróleos PDVSA. Incluso si los trabajadores petroleros no secundan el paro, debido a que —entre otras razones— tienen los empleos mejor pagados del país, la huelga de los ejecutivos afectará los acuerdos, las solicitudes de venta y entrega y en general todo el engranaje de la industria. Es más, la sustitución de ejecutivos altos y medios repercutirá negativamente sobre la economía venezolana, prolongará el clima de inestabilidad financiera en el país y contribuirá a que los precios internacionales del crudo se mantengan altos.

Desde una perspectiva internacional, y en especial con respecto a los Estados Unidos, aunque es cierto que otros países productores —México, por ejemplo— cuentan con la capacidad suficiente para sustituir el déficit venezolano, de prolongarse éste quedaría disminuida la posible reserva de producción disponible para contrarrestar la esperada escasez de crudo provocada por otra guerra en el Golfo.

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