Raspar la olla |
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Venezuela trepida en medio de un paro general que se tiñó de sangre el pasado seis de diciembre. |
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por YAMILA RODRíGUEZ EDUARTE, Caracas |
Parte 3 / 3 |
Raspando la olla
El dos de diciembre, cuando empezó el paro nacional, nadie sabía su duración y alcance. Era un acertijo si la industria petrolera venezolana, la quinta mayor del mundo, también se paralizaría. El jueves pasado se despejaron las dudas. Fueron anclados buques tanqueros, los remolcadores se detuvieron y la carga de crudo en los puertos fue paralizada. Desde ese día se detuvieron las exportaciones de petróleo y sus derivados. Petróleos de Venezuela (PDVSA) se vio forzada a declarar estado de "fuerza mayor" con sus clientes, ante el incumplimiento de las entregas de combustible.
La inconformidad de los empleados de PDVSA va desde los empleados de campo hasta los altos ejecutivos. La crisis de la industria petrolera tiene profundas causas. Una tiene que ver con la mala administración de los recursos. Venezuela en los últimos años ha recibido ingentes ingresos debido a los altos precios del crudo y, sin embargo, el país enfrenta una de las peores recesiones económicas de su historia, que ha empobrecido hasta límites inaguantables a la población.
Otra de las causas es la politización del sector, que se traduce en la incorporación de personal no calificado, pero fiel a la revolución bolivariana. Los ascensos y promociones también son medidos por el rasero de la incondicionalidad al régimen chavista. El acuerdo petrolero con Cuba también fue protestado con fuerza por los trabajadores de PDVSA, por considerar que se trata de un convenio político que va en detrimento de los intereses económicos del país.
Tal inconformidad fue expresada por el capitán del buque cisterna Pilín León, el primero de los 13 tanqueros fondeados en puertos petroleros venezolanos. "Rechazamos que en Venezuela se pretenda instaurar un régimen similar al cubano. Hemos realizado innumerables viajes para llevarle petróleo a Cuba, lo que nos ha permitido conocer de cerca la realidad de la isla".
Chávez sigue empeñado en caldear aun más la tensa situación. No se cansa de decir que el paro es "golpista" y que la industria petrolera es víctima de un "sabotaje". El domingo pasado ordenó militarizar las plantas estatales de distribución de gasolina y las empresas privadas relacionadas con el transporte de combustibles.
A una semana de iniciada la huelga general, sus organizadores aseguran que el paro avanza indetenible y triunfador. Mientras que la mesa de negociaciones entre el Gobierno y la oposición —que auspicia César Gaviria, Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA)— está estancada. Muchos venezolanos piensan que el Gobierno está tratando de ganar tiempo para "raspar la olla", o sea, robar lo último que le queda al país.
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