Miércoles, 11 diciembre 2002 Año III. Edición 513 IMAGENES PORTADA
Internacional
Raspar la olla

Venezuela trepida en medio de un paro general que se tiñó de sangre el pasado seis de diciembre.
por YAMILA RODRíGUEZ EDUARTE, Caracas Parte 2 / 3

No obstante, el presidente Chávez, desconociendo por completo la decisión del Tribunal Supremo, los sigue llamando golpistas y fascistas. Estos altos militares sufrieron acoso permanente, hasta que el 22 de octubre pasado, cuando decidieron declararse en desobediencia legítima. La oposición ha reconocido la vocación democrática de los oficiales disidentes, que son hoy más de un centenar, y por ello los acompaña día y noche en la Plaza Francia.

El viernes de la matanza la plaza estaba repleta de gente con pitos, banderas y cacerolas. Esperaban que dieran las ocho de la noche, hora de inicio del cacerolazo contra el régimen chavista. Esta ruidosa manifestación de protesta se ha convertido en algo habitual desde que arrancó el paro cívico el pasado dos de diciembre.

Pero el cacerolazo no tuvo lugar. Balas que salían de la nada llenaron de sangre la Plaza Francia. En medio de la confusión y el pánico la policía detuvo a siete personas, presuntos responsables de la matanza. Hasta el momento sólo Joao de Goveia, de 39 años de edad y de nacionalidad portuguesa, ha confesado que disparó contra la multitud. Según sus declaraciones, se bajó de una motocicleta y comenzó a disparar. La pistola que le incautaron efectuó 10 de los disparos. Evidentemente no fue el único tirador, porque hubo tres muertos y 28 heridos.

Pocos minutos después de la masacre, el general disidente Enrique Medina Gómez expresó indignado "¡Chávez es responsable de este crimen!". Dirigentes de la oposición y líderes sindicales llamaron asesino al gobernante venezolano.

Para la mayoría de la gente resulta inconcebible que después de los trágicos sucesos, Chávez haya dedicado media hora de su programa ¡Aló, Presidente!, del pasado domingo, a defender a Joao de Goveia, al que considera víctima de una conspiración urdida por la oposición y los medios de comunicación. La defensa no es gratuita. El asesino confeso de Altamira apareció al lado del alcalde del municipio caraqueño de Libertador, Fredy Bernal, considerado el lugarteniente de Chávez, en un vídeo aficionado transmitido por el canal Globovisión, un día antes de la masacre de la plaza Francia.

Fredy Bernal destaca dentro del grupo de los violentos que acompaña a Chávez en el Gobierno. Este personaje ha sido ligado de forma inequívoca con la masacre del 11 de abril pasado. Se ha comprobado que en las azoteas de los edificios de la alcaldía del municipio Libertador fueron situados francotiradores que dispararon contra la multitud que pedía la renuncia de Chávez. Estos hechos han quedado impunes, porque el Gobierno controla todos los poderes públicos.

Este alcalde realiza "los trabajos sucios" del Gobierno chavista. Tiene un pasado oscuro desde los tiempos en que era comisario de la Policía Metropolitana. En esa institución fue jefe del grupo Lince, considerado de elite para las actividades represivas. En 1992 apoyó el fracasado golpe de Estado de Chávez contra el presidente Carlos Andrés Pérez. Guardó prisión y luego pasó a la clandestinidad como miembro del movimiento subversivo MB200, hasta que pasó al partido político MVR, hoy en el Gobierno. Gracias al respaldo de Chávez, fue electo alcalde de Libertador. No hay manifestación de violencia contra la oposición en que este personaje no esté implicado. Es una de las cartas más fuertes con que cuenta Chávez para agarrarse con uñas y dientes al poder.

Los muertos de la Plaza Altamira le han dado más aire al paro nacional, que se ha profundizado llegando al mayor nivel desde su inicio. Las manifestaciones son más contundentes y a ojos vista el país se ha vuelto ingobernable, de tal manera que si no se encuentra una salida democrática inmediata, la violencia se adueñará del país.

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