| La encrucijada |
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| El dilema del pueblo venezolano frente al autoritarismo del presidente Hugo Chávez. |
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| por MIGUEL RIVERO, Lisboa |
Parte 2 / 2 |
Evidentemente, el inquilino de Miraflores está colocando a la sociedad civil venezolana ante las alternativas de sacarlo del poder por la fuerza o a través de la paralización total del país, en una huelga indefinida. Los opositores ya advirtieron que el paro podría no realizarse si el Consejo Nacional Electoral anuncia en los próximos días la fecha del referéndum consultivo para que la población manifieste si quiere o no que el presidente continúe su mandato.
La ecuación es muy simple: si Hugo Chávez está tan seguro de que cuenta con el respaldo popular, ¿por qué entonces le teme a un referéndum que es un instrumento jurídico y normal en cualquier sociedad democrática? El público reconocimiento de Chávez en su programa radial, acerca de que la oposición puede ganar en el referéndum, es la obvia respuesta.
En su editorial del pasado 24 de noviembre, el diario El Nacional advertía: "El paro no es una panacea en sí mismo, pero está dentro de los recursos posibles de la sociedad democrática. Decir que un pueblo que ha demostrado su devoción democrática y su pacifismo en forma reiterada es 'golpista y terrorista' es algo incalificable en boca de cualquiera, pero como expresión gubernamental no es más que una confesión deplorable de su incapacidad para comprender la profundidad de la crisis".
En medio de esta situación, el Secretario General de la OEA y ex presidente de Colombia, César Gaviria, trata de servir de mediador y ha manejado la crisis con gran sentido de equilibrio y ponderación.
Pero el lenguaje incendiario de Chávez deja poco margen de maniobra. Las acciones cada vez más agresivas de los Círculos Bolivarianos, alentadas por el presidente y sus seguidores, tienen como claro objetivo acorralar e intimidar a los opositores, tal y como ocurrió y ocurre ahora con los disidentes en la Cuba de Fidel Castro. No obstante, los venezolanos cuentan todavía con instrumentos de la sociedad civil como los sindicatos y los colegios profesionales, y con bravos periodistas que denuncian las arbitrariedades del Gobierno.
El pueblo de Simón Bolívar se encuentra en la encrucijada de luchar por todos los medios para salvaguardar un sistema democrático o someterse a los dictados de un megalómano y autoritario presidente que ya se quitó la careta. O se da la consulta popular que pide la oposición o Chávez y sus seguidores seguirán apretando el cerco hasta acabar con los resquicios que restan de democracia en Venezuela.
El dilema se avecina: o quedar sometidos al autoritarismo y la dictadura, o romper las cadenas cuando todavía hay tiempo para ello.
Tal vez quien tiene la F de fracaso en la frente es Chávez, y no quiere darse cuenta de ello. Si el desenlace es favorable para el pueblo venezolano, a lo mejor llega a La Habana defenestrado… pero esa letra en la frente le daría derecho a participar en las marchas interminables que convoca su mentor. Fidel Castro hasta puede interpretarlo como un homenaje.
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