| Complicidad con sabor a merengue |
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| La XII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno abre sus puertas en República Dominicana. |
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| por MICHEL SUáREZ, Valencia |
Parte 1 / 2 |
El señor Hipólito Mejía, presidente dominicano, no ha experimentado la más mínima vergüenza al aceptar públicamente que "admira el espíritu de trabajo del Comandante en Jefe Fidel Castro". Una atracción semejante sentía su antecesor, Leonel Fernández, y tampoco se empeñaba en ocultarla. A las puertas de la XII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno a celebrarse en República Dominicana —a la que Castro ha dicho que asistirá—, el anfitrión vuelve a dar rienda suelta a sus elogios para con el gobernante de la Isla.
Mejía, en una inusual deferencia para tales casos, recibió hace unas semanas —en audiencia oficial— al primer secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas, Otto Rivero Torres, al que le expresó su "admiración por el Comandante en Jefe y su interés de visitar Cuba a inicios del próximo año". En nada disimuló su fervor y dijo estar "comprometido" con la Isla por el apoyo que ha brindado a su país en programas como el de becas. Pero, ¿qué connotación tiene para la política dominicana hacia Cuba un "compromiso" de tal naturaleza? ¿Cuánto de pragmatismo pusilánime y sordina cómplice se esconden en un agradecimiento como ese?
Acciones de esta clase ya no sorprenden a la mayoría de los cubanos. Basta recordar como los gobiernos del PRI, en México, eligieron desde 1959 el camino del halago, el alineamiento y el mutismo político hacia la Isla, antes que el del compromiso auténtico con el sufrimiento del pueblo cubano. Y no vale la pena excederse en el recurrente tema de la Venezuela reciente, aunque sí preocupa el giro radical de Brasil. El socialdemócrata Fernando Enrique Cardoso mantuvo una política casi plegada a los intereses de La Habana —sobre todo en el asunto de los derechos humanos—, y ahora Lula (disfrazado de reformista) es la gran incógnita por su tradicional apego a los ideales "revolucionarios" de Fidel Castro.
En este momento, a punto de inaugurarse la XII Cumbre, República Dominicana alimenta el ego de Castro y le espera con los brazos tendidos.
Esa nación había roto relaciones con Cuba en 1959, cuando estaba en el poder el tirano Rafael Leónidas Trujillo. Luego, a pesar de los autoritarios y polémicos periodos presidenciales de Joaquín Balaguer, no hubo relaciones diplomáticas plenas hasta abril de 1998, en que ambos gobiernos hicieron los respectivos anuncios y nombraron embajadores.
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