| El dilema carioca |
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| El debate para cambiar de fecha la toma de posesión de Luiz Inacio 'Lula' da Silva toma cuerpo en Brasil. |
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| por MIGUEL RIVERO, Lisboa |
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El nuevo presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, debe tomar posesión de su cargo el primero de enero, ya que así lo establece la Constitución. Sin embargo, varios dirigentes del socialista Partido de los Trabajadores (PT) manifestaron que están interesados en cambiar la fecha para el 6 de enero.
¿Motivos? El primero de enero es un día festivo internacional y esto dificulta la asistencia de jefes de Estado y de Gobierno extranjeros a la toma de posesión de Lula.
El presidente actual de Brasil, Jorge Henrique Cardoso, ya declaró en Lisboa, donde se encuentra de visita oficial, que prefiere que la toma de posesión se realice el primero de enero. Argumentó que si la ceremonia se aplaza para el 6 cualquier medida que él adoptase como presidente sería inconstitucional, y no le falta razón.
Por ese motivo, desde el pasado 7 de noviembre una comisión del Congreso brasileño comenzó a debatir una enmienda constitucional para cambiar la fecha.
Según el diputado Narcio Rodrigues, "este año no habrá tiempo suficiente para que tanto la Cámara de Diputados como el Senado debatan y voten, en dos turnos, una enmienda constitucional".
¿Por qué el interés de los dirigentes del PT en organizar la gran fiesta de la toma de posesión con la asistencia de jefes de Estado extranjeros?
No resulta aventurado asegurar que se tratará de una gran oportunidad para juntar en Brasilia, entre otros, a los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y al de Cuba, Fidel Castro, este último un viejo amigo de Lula. El ex presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, de seguro se apunta. La toma de posesión casi que se convertiría en un regalo de estos Tres Reyes Magos.
En realidad, resulta lamentable que los socialistas del PT anden tan preocupados con una ceremonia de pompa y circunstancia para la toma de posesión de Luiz Inacio Lula da Silva. Se supone que su gobierno tendrá que aplicar una política de austeridad, para tratar de paliar las necesidades de los estratos más pobres de la sociedad. ¿No sería mejor realizar un acto protocolario y ponerse de inmediato a trabajar?
Cuando Cardoso tomó posesión de su segundo mandato, en 1999, lo hizo con un acto protocolario el primero de enero, y una semana después organizó una ceremonia especial, con invitados extranjeros.
Es de sobra conocido que estos protocolos son muy costosos. Lula también sabe que si su amigo Castro se aparece para felicitarle llegará con una escolta de centenares de hombres y una gran comitiva. El gobernante cubano siempre viaja utilizando dos aviones.
Chávez también acostumbra a llenar de invitados su avión presidencial (que costó cerca de 50 millones de dólares) para sus frecuentes viajes.
El pueblo brasileño ha depositado grandes esperanzas en el carismático Lula, que se ganó la presidencia en buena lid. Castro se autoencumbró en la presidencia y allí está, como símbolo de los que se aferran al poder, ostentando el poco honroso título de gobernante más antiguo del mundo. Chávez ha resultado un fraude total y todas sus promesas electorales cayeron en saco roto.
En realidad, no sería un buen augurio para los destinos del pueblo brasileño que Lula asumiese la presidencia abrazado a Castro y Chávez. Ojalá sólo se trate de un episodio para celebrar la victoria. Pero si las políticas de Lula se identifican con las de estos ilustres amigos de Cuba y Venezuela, desgraciadamente a Brasil le esperan días tormentosos.
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