| La ley de Newton |
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| El Oficial Mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México pide perdón a su embajador en La Habana. |
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| por GILBERTO CALDERóN ROMO, México D. F. |
Parte 1 / 3 |
"¿Me perdona?", preguntó apenas en un susurro el todavía Oficial Mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Mauricio Toussaint, al representante de México en Cuba Ricardo Pascoe Pierce. Con esta petición y el asentimiento del aludido, terminó el sainete que protagonizaron la cancillería mexicana y el diplomático acreditado en La Habana la semana que termina. Además, Toussaint le ofreció disculpas a su colega por haberlo acusado de irregularidades económicas y haberle puesto el mote de "pececito de colores caribeño" durante la riña periodística que sostuvieron ambos ante el pasmo del mundo político y diplomático americano.
Bastó una reunión a puerta cerrada, celebrada ese día entre los rijosos, para concluir el incidente que rebajó a niveles de reyerta pública la comunicación en los casi siempre atildados y discretos circuitos de comunicación intercancillería.
Aunque en apariencia las diferencias surgieron por una orden enviada por Tlatelolco al Embajador en La Habana en el sentido de "NO/NO organizar ni participar en celebración alguna con motivo de las fiestas patrias", los agravios mutuos son antiguos y se venían larvando a partir del nombramiento de Pascoe Pierce a fines de diciembre de 2000. Desde entonces, la tensión entre los actores se agregó como un insumo inesperado a los misiles que intercambiaron los gobiernos de Fox y del socialismo antillano durante lo que va de año.
Durante el conflicto, Toussaint se empeñó en presentar al embajador como responsable de diversas irregularidades administrativas y amagó con su destitución, respetando, eso sí —según dijo en Conferencia de Prensa celebrada el 10 de septiembre—, los procedimientos. El aludido afirmó ante los medios que la cancillería protege a dos miembros del servicio exterior señalados por él como autores de tráfico de visas.
Entre las inculpaciones al funcionario en Cuba, se señaló un desvío de dinero destinado a gastos de administración hacia eventos sociales por casi 3000 dólares, otro de cerca de 11.000 dólares por gastos duplicados en la contratación de personal y 49.000 dólares en compras hechas en el mercado negro. Así hasta sumar 86.629 dólares en dos años. En contraparte, la pesquisa en la sección consular encontró 404 visas sin sustento documental.
Probablemente, los cargos lanzados por una y otra parte se magnificaron y se utilizaron como armas en estos escarceos, pero las razones de los desacuerdos son más de fondo y están en otra parte. Ninguno de ellos las blandió abiertamente ni las mencionó durante la riña. Tampoco en el acto de reconciliación.
Vicente Fox anunció antes de tomar el poder en diciembre de 2000, que nombraría un gabinetazo, un conjunto de individuos de primer nivel que le acompañaría en el ejercicio del gobierno, pero lo que ha resultado es que cada uno de estos personajes se maneja de manera independiente y el Ejecutivo ha dejado de ejercer el mando y el arbitraje sobre sus huestes. Cada secretario se conduce como si fuera el director de una corporación sin la obligación de rendir cuentas y, en esta tesitura, los encontronazos entre colegas son el pan de todos los días.
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