Viernes, 29 marzo 2002 Año III. Edición 333 IMAGENES PORTADA
Internacional
El Caso Poindexter

A sus 65 años, el controvertido almirante ocupa un puesto clave en el gabinete del presidente Bush.
por ALEJANDRO ARMENGOL, Miami  

Nadie como el almirante John Poindexter, entre los miembros del gabinete de George W. Bush vinculados al escándalo Irán-Contra, para ejemplificar el peligro de que en La Casa Blanca se conforme un Gobierno a la sombra, que actúe sin tener en cuenta las limitaciones y el control impuesto por el Congreso.

Graduado con honores de la Academia Naval de Annapolis en 1958 y con un doctorado en física del Instituto Tecnológico de California, Colin Powell lo describe en su autobiografía de 1995 como un hombre "brillante, pero en un sentido limitado, técnico", y no adecuado para tener a su cargo la dirección del Consejo de Seguridad Nacional (NSC). Bajo Poindexter, North y compañía, "el NSC perdió el rumbo", dice Powell, quien a su vez fue el último asesor de Seguridad Nacional de Reagan.

Poindexter no sólo es una figura controversial por su participación en el escándalo Irán-Contra, sino también por sus esfuerzos a favor de una influencia militar sobre las tecnologías de seguridad en las computadoras comerciales. La agencia de la cual se hizo cargo el pasado mes, la Dirección para la Información de Alerta, es una de las dos nuevas organizaciones creadas por la Dirección de Proyectos de Investigación Avanzada para la Defensa (Darpa) a consecuencia de los ataques terroristas. Esta nueva oficina se concentra en las llamadas "amenazas asimétricas", referidas a los objetivos militares no convencionales, como las posibles organizaciones terroristas (la otra agencia recién creada tiene a su cargo el desarrollo de redes de sensores computarizados avanzados que permitan acortar el tiempo entre la localización y el ataque de un objetivo enemigo). El Gobierno de Bush ha solicitado un notable incremento del presupuesto de la Darpa para 2003. En años anteriores, la Darpa ha financiado investigaciones que condujeron a la creación de la Internet y el bombardero Stealth.

El cargo que ahora desempeña Poindexter —que al igual que el de Abrams no requiere confirmación senatorial— es la surpervisión de una oficina creada para brindar análisis a los funcionarios gubernamentales sobre lo que se escribe, envía mediante mensajes electrónicos o se conversa por teléfono en todo el territorio norteamericano. Ello lo convierte en un hombre potencialmente muy peligroso y su historial sólo sirve para aumentar las inquietudes. Mientras era asesor de Seguridad Nacional bajo Ronald Reagan, trató de otorgarle a las agencias de inteligencia amplios poderes para examinar las informaciones almacenadas en los bancos de datos de las computadoras públicas y privadas, en la búsqueda de información "sensitiva pero no clasificada". Durante la década de 1980 estuvo involucrado en disputas sobre el papel del Gobierno en los sistemas de seguridad en las computadoras.

"Mr. Poindexter fue responsable de varios errores sobre política respecto a las computadoras en el campo de la seguridad y las computadoras durante los años 80", declaró Marc Rotenberg, un ex asesor de la Comisión Judicial del Senado, al diario The New York Times. "Le tomó más de una década a tres administraciones y ambos partidos corregir esos errores".

Esa es una cara de Poindexter, el hombre que a sus 65 años se dedica con entusiasmo a las tecnologías de espionaje, que sabemos por ocasiones anteriores no duda a la hora de cruzar la raya entre la labor policial o de espionaje necesaria para evitar un acto terrorista y la intromisión en la vida de los ciudadanos. Hay otra cara, la del ex asesor de Seguridad Nacional que junto con North destruyó 5000 emails que podían incriminarlo, pero al cual se le olvidó borrar las copias. Un descuido que permitió enjuiciarlos en el caso Irán-Contra.

Fiscalización total y encubrimiento total. La posibilidad del error o descuido siempre presente. Sobre estos dos extremos, bajo esa amenaza de lo fortuito u olvidado, ha transcurrido la vida de Poindexter, una contradicción y un miedo paranoide que amenazan convertirse en el vivir cotidiano de cada americano.


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