Miércoles, 27 marzo 2002 Año III. Edición 331 IMAGENES PORTADA
Internacional
Cómo votar en Ginebra

Otra vez, ante la CDH, el régimen intenta ocultar su verdadero rostro.
por ADOLFO FERNáNDEZ SAíNZ, La Habana Parte 1 / 2
Ginebra
Ginebra. Comisión de los Derechos Humanos

Por si acaso algún Gobierno no ha decidido aún votar a favor o en contra de una resolución que esencialmente pide al Estado cubano que respete las libertades fundamentales de su pueblo en el marco de la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra, he aquí algunas consideraciones que pueden resumirse en una sola, tan antigua como sencilla: hay que atenerse a la verdad.

Cuando se vote dicha resolución, el voto de cada país no debería representar las preferencias ideológicas del Gobierno de turno ni sus conveniencias económicas, sino la situación real del pueblo cubano y la toma de posición ante esa realidad.

¿Cuál es el sentido profundo, el objetivo único de la CDH? Llevar al banquillo de los acusados a gobiernos violadores de los derechos humanos de sus pueblos para infligirles una condena moral. Si un Gobierno miembro de la CDH no cree que esto sirva a ningún propósito, más valdría que se retirara.

La única pregunta que cabe hacerse es: ¿Es cierto que el régimen de Fidel Castro viola masivamente los derechos humanos del pueblo de Cuba? Habría que responderla y votar en consecuencia. Opiniones puede haber muchas, y todas son respetables. La situación es compleja, es cierto. Nada es en blanco y negro. También está el asunto del embargo de los Estados Unidos. Pero la verdad es una sola. No se trata de tu verdad o la mía. Esas son opiniones.

"¿Y qué es la verdad?", preguntó Poncio Pilatos teniendo en su presencia a Jesucristo (Juan 19, 38). ¿Es un hecho sujeto a interpretaciones o es cierto y comprobable que en Cuba se violan los derechos humanos? ¿Es una verdad como un templo o son meras patrañas para acosar a una revolución que cuenta con el respaldo de su pueblo?

El Gobierno que sabiendo lo que sucede en Cuba no honre la verdad con su voto, se está condenando en sí mismo. Algún día responderá, por lo menos ante la Historia, si su voto fue en apoyo a la verdad o sólo sirvió para adelantar sus propios intereses.

Y no cabe aquello de abstenerse, sobre todo entre los países latinoamericanos, porque la única excusa sería el desconocimiento de lo que pasa en Cuba, y ése no es el caso. Tampoco importa quién patrocine la resolución, aunque sí interesa el texto.

Lamentablemente, el escenario ginebrino está politizado. Hay quienes aprovechan la oportunidad para cobrarle una cuenta pendiente a sus enemigos, o para promover sus propios intereses, pero todo esto es ajeno a la benemérita entidad.

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