La era Toledo |
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¿Un nuevo Perú tras el nuevo presidente? El reto de cumplir promesas sobre terreno minado |
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por MIGUEL RIVERO |
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Alejandro Toledo, un economista de 55 años, se ha convertido en el primer presidente de origen indígena del Perú. Sobre sus espaldas lleva el peso de construir un nuevo Estado democrático después de diez años de envilecimiento y corrupción del binomio Alberto Fujimori-Vladimiro Lenin Montesinos.
Toledo ha prometido dedicar el 30 por ciento del presupuesto nacional a la educación durante un período de 5 años, generar durante el primer año de su mandato 400.000 nuevos empleos, reestructurar las Fuerzas Armadas y policiales y luchar frontalmente contra la pobreza, al mismo tiempo que contra la corrupción y las drogas.
Llega al poder cuando se cumplen 180 años de la independencia del Perú y quiso marcar su asunción al cargo con una ceremonia inédita, realizada el domingo en la ciudadela de Machu Pichu, para simbolizar la identidad andina del Gobierno.
Ante los 12 jefes de Estado que asistieron a su investidura, Toledo propuso la firma de un pacto entre todos los gobiernos para congelar la compra de armas ofensivas.
Felipe Pérez Roque, ministro de Relaciones Exteriores, representó a Cuba en la ceremonia, y tuvo que escuchar el compromiso de Toledo de luchar por el respeto de los derechos humanos.
La presencia en Lima de Pérez Roque fue toda una paradoja, ya que el pasado 6 de marzo, en Tokio, calificó a Fujimori como una figura de "gran valor político". Probablemente gracias a que el ex mandatario peruano se había opuesto en dos ocasiones a las resoluciones presentadas ante la Comisión de Derechos Humanos, en Ginebra, denunciando la sistemática violación de los derechos humanos en Cuba.
Poco antes de asumir funciones, según Prensa Latina, Toledo se entrevistó con el canciller Pérez Roque y manifestó su voluntad de desarrollar las relaciones con Cuba. El ministro cubano calificó la reunión de "cordial y respetuosa". O sea, se cumplieron los formalismos de rigor en este tipo de encuentros.
Si Toledo cumple sus promesas, incluyendo la lucha por el respeto a los derechos humanos, será muy difícil que las relaciones con Cuba puedan ser tan cordiales como en la época dorada de Fujimori.
En el aspecto interno, no cumplir las promesas traerá como resultado el descontento general y la desconfianza ciudadana en la política y los políticos, lo que sería gravísimo en el proceso de construir verdaderas bases democráticas en Perú, país tradicionalmente tutelado por los militares, incluso cuando los presidentes habían sido elegidos en las urnas.

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