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Carta a Arsenio Rodríguez

por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona Parte 2 / 3

Relaciono a continuación los términos que tocaré en esta marímbula —que, por cierto, te enseñó a tocar tu hermano Julio a principios de un año, por eso el versito de Martí de "en julio como en enero". Uno aprende todos los días— para que tú me hagas un diez tocando el tres, porque son más de cuatro: A-Güira de Macurijes, B-Patada de mulo o caballo, C- el Cerro tiene la llave, D- La acción de la vida o ¿todo es mentira?, E-Eeeeh, ¿Viajecitos?, también llamados fasten (del latín fasten your belts, del japonés cogíkajita, del italiano ligué parlé o del congolés bmuebo mbemba), F- El tres (o sucesión en el gobierno), F- Y tercera, por si me becan después de estos disparates.

Un investigador que fuera a tus orígenes, a la esencia primigenia de tu atrezzo tresero, con su rumbón de Luyanó a cuestas, se pondría al borde del derrame cerebral con los datos. Me lo imagino escribiendo lo siguiente: Por cuanto: El ciudadano de origen negro, color humilde, mofletudo y futuramente musical que según su madre, Dorotea Scull —sorprendida en el acto del paritorio en plena gira yumurina— ha nacido el 30 de agosto de 1911, y que dice llamarse —la madre lo dice, él no habla todavía, solamente emite estribillos líquidos— Ignacio Arsenio Travieso Scull, según consta en la Certificación de Nacimiento del Registro del Estado Civil de esta localidad pegadita a Calimete (se ruega no rimar) en el tomo 72, folio 164, de fecha 13 de abril de 1940, y cuando, en mi presencia, lo que antes fue una criatura es ahora un gordo que usa gafas y toca una guitarrita, dice llamarse Arsenio Rodríguez, pero también Ignacio Loyola Rodríguez… Por tanto: declaramos que estamos confundidos cantidad, y que no entendemos nada de nada.

Aquí entro yo, con esta mente dispersa que Dios me ha dado para entender la humanidad en su nimiedad. Lo de haber nacido en Güira de Macurijes, pase, porque una güira suena y siempre se pueden hacer maracas para el turismo, esos seres lejanos que buscan en otro horizonte personajes divertidos y gozadores de un pasado remoto. Nunca he entendido a ciertos españoles que buscan el pleistoceno en el Caribe, teniendo allí mismo las cuevas de Atapuerca. De todos modos, nacer en Macurijes anda en la órbita de Unión de Reyes llora, y te acerca a la malanga, aunque todos dicen que murió, no sé si hervida o hecha puré. Luego pasaste la adolescencia en Güines, que es como se debe hacer cuando se adolece de casi todo. Y eso me encaja perfectamente con tu misteriosa personalidad. Si te llamabas de todas esas variadas formas, y te vinieron a inscribir casi cuando Flemming inventó la penicilina y no te admitían ni en el Ejército de Salvación, es que tu madre tenía la secreta esperanza de hacerte famoso de todas formas. No digo yo, con todos esos detallitos raros si no ibas a entrar al libro Güines de los récords. Si hubieras sido un poco más contemporáneo, mi maldita y deformada suspicacia se olería —aparece también la fecha del 13 de agosto de 1913, pero ese día ha resultado muy malo en la historia— que te inscribieron tan tarde para que te tocara la cuota de cigarros.

Ya lo del nombre múltiple se entiende. Siempre es bueno tener dos alias para voliar. Y más cuando te busca la policía, como a Vladimir Ilich Ulianov o a József Vissarionovich Dzhugashvili, conocido también como Koba, Dzhugashvili el Niño o Pepe Stalin. O como a un amigo mío, de tonalidad murciélago, llamado Seboruco o Mantequilla, pero inscrito en el término municipal de Seis Sacos, Madruga, como Efrenio, que suena a enfermedad y a diez años de cárcel. Échale un vistazo al mundo, cará. No, no te obligo, Arsenio, es un decir.

Como sucedieron tantos equívocos, y de aquel original Travieso te quedaba muy poco, saco otra apresurada conclusión, pues yo soy muy prenatal y pasteurizado: si es como dicen unos cuantos, que representas nuestra cultura nacional —que ahora mismo está en la etapa gubernamental y circense de "pasen y vean"—, a confusa culturidad no nos gana ningún otro país. Una patada, una dolorosa patada, con marca de herradura y todo. Y hablando de patadas… en eso también hay confusión. Un alegre cronista biográfico escribió estas poéticas y kilováticas imágenes: "Fue el 30 de agosto de 1911 cuando sus ojos vieron por primera vez la luz, pero trece agostos después, lamentablemente, la luz se fue para siempre de sus ojos como consecuencia de la patada de un caballo recibida en pleno rostro". Dime tú, apagón sin calendario ni anuncio previo. Sé lo que es eso. Me arrimé mucho a un animal similar, que me daba leñazos a diario —cada día una coz y un martillo— y luego me regalaba penumbras esporádicas. Un músico, el timbalero de la Orquesta Melodías del 40, apellidado Montero, dice que lo tuyo no fue la agresión de un bípedo equino de cuatro patas, sino que chocaste contra la pipa de agua que conducía su papá. Es posible, la falta de agua y la ansiedad que provocan las pipas provocan muchas desgracias. Centro Habana es una fábrica de Homeros. Y en el desierto no se ve más que arena de maíz criolla.

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