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Carta a Jack el Destripador

por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona Parte 4 / 4

Creo que cogiste cajita por lo desorganizada que estaba Londres entonces. Aunque hay dos crímenes más, fue después del segundo destripamiento oficial que los vecinos y los comerciantes del barrio de Whitechapel crearon un "Comité de Vigilancia", que ha sido en la era moderna el antecedente más cercano de los CDR, pero sin su filosa efectividad. Con un buen par de viejitas entusiastas por cuadra, un tipo como tú, elegantemente vestido, con deje extranjero, hábitos nocturnos y un yagatán en la mano, no hubiera caminado ni diez minutos. Si a eso le sumamos lo que podríamos llamar una incipiente "vocación literaria", estuvieras más cercado que un cantero de malangas. Publicaron dos poemitas tuyos en la prensa. El primero dice: "Seis prostitutas, contentas de vivir/ una topa con Jack y sólo quedan cinco/ cuatro y prostituta riman muy bien, lo mismo que tres y yo/ incendiaré la ciudad y sólo quedarán dos". Realmente lindo, imaginativo, juguetón, ligero, popular, a la manera de aquellas viejas adivinanzas británicas, o de las canciones infantiles. Si alguien le pone música puede que se lleve algo en un Concurso Guzmán, que peores letras han tenido suerte. A los detectives se les fue un detalle nimio: dice que incendiará la ciudad, de modo que podías llamarte Nerón o ser bayamés. No miraron por ese lado.

El otro poemita es más rústico, como poco tallereado. Dice: "No tengo tiempo aún para deciros/ cómo me he convertido en un asesino.// Pero ya sabréis cuando llegue el momento/ que soy uno de los pilares de la sociedad". Hummmm, elemental, Watson. Como hay testimonios de que eras un hombre, un cuarentón elegante, ya se descarta que fueras mujer. La misma condición de cuarentón elegante lo reafirma. Si no, me la jugaba al canelo que te llamabas Pilar. Si lo analizo a la luz de la influencia hemingweyana, Pilar se llamaba el yate del escritor americano. Tal vez querías decir que eras un yate, un barco a la deriva, indetenible, vagando en el agua procelosa del destino, y trayendo la desgracia a la humanidad. Conozco un yate que hizo lo mismo, pero no se llamaba Jack, a pesar de que ha destripado a millones.

Suele suceder —y no lo digo porque suela yo, que no es alusión directa al zapatero judío Pizer, por Dios, dejen quieto a ese hombre, y centrémonos en nuestro particular holocastro jodío— y no constantemente, sino a menudos pedazos, o todos los días, que alguien que se considere un "pilar de la sociedad" quiera mejorarla; a veces de a poquitos, como tú; otras de bulto, de un palanganazo o viandazo. Eso es matemáticamente siquiátrico. La gente enferma de eso afila el bisturí, y sueña con una humanidad maquilladita de plasma, levantando los plasmados brazos, o los victoriosos riñones. Y como comienzan cercenando lacras, como la navidad, los arbolitos, el combustible para moverse de ahí, las papas, los caramelos, los carnavales, los sueños, las aspiraciones, los fésferes y el jabón, pues la agradecida humanidad que crean no se puede quitar ni la sangre del pelo. Le falta fuerza y detergente para hacerlo. Entonces el remedio es remontar el Támesis y dejársela en la punta del cuchillo al pilar, que si es como uno que conozco, que lleva 44 añojos apilando sin que se le acabe la pila, el crimen es del carajo, no por perfecto, pero sí por continuado. Y si lo hace con la chaveta entusiasta, con la alegría y hasta con el consentimiento de las víctimas, entonces lo del esófago ya no tiene remedio. La gente sin útero acostumbra a ser así.

No te imagino en La Habana, ya te digo. Matando y escribiendo versitos fueras out por regla enseguida. Además de que Scotland Yard lo tuviera más fácil haciendo un censo de curdonautas, y de los puntos de venta de chispetrén. De todos modos no tendrías en mi ciudad ni escenario propicio. Bordeando el Almendares o el Kibú, habrías fallecido contaminado antes de dar el primer machetazo. O te hubieras destripado tú mismo.

Con el triperío en la mano

Ramón

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