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Más allá de 'La Tremenda Corte'

Este 28 de diciembre se cumple un siglo del nacimiento de José Candelario Trespatines, figura emblemática del humorismo nacional.
por GILBERTO CALDERóN ROMO, México D. F. Parte 1 / 3
La Tremenda Corte
La Tremenda Corte

Cuando el genial cómico José Candelario Trespatines —quien el 28 de este mes cumpliría 100 años— salió de Cuba hace cuarenta años, a principios de 1962, atrás dejaba un mundo que se estaba derrumbando para no volver jamás.

Desde el otoño de 1960 el nuevo gobierno fidelista había incautado CMQ, Radio Reloj, CMBF y el Canal 6 de la televisión, estandartes del imperio de las comunicaciones del legendario Goar Mestre. Por los pasillos de Radiocentro se mezclaban bailarinas y coristas de postín con los jóvenes militares de uniforme verde olivo que empezaban a surgir como los nuevos astros del espectáculo.

El país no estaba para fiestas de cabaret y de casino, y menos para humoradas pintorescas, por lo que gente como Trespatines, que habían venido prosperando ante regocijados públicos en los teatros populares y frente a los receptores de radio y televisión, tuvieron que sumirse en la oscuridad o emigrar. Algunos, como Rosita Fornés y muchos músicos, se quedaron.

Lo que se imponía entonces era difundir los juicios públicos a los esbirros de la tiranía y las prolongadas sesiones de discursos revolucionarios que comenzaron a tomar el lugar de las radionovelas, como aquella famosa de El derecho de nacer, del santiaguero Félix B. Caignet.

No más programas como el de La Corte Suprema del Arte, ni La Hora de Clavelito inventor, de la radio interactiva —mucho antes del desarrollo de la Internet—; ni tampoco viviendas obsequiadas por Jabón Candado, ni las promociones publicitarias de Casa Crusellas. Todo eso había acabado bajo la prisa por construir una nueva sociedad de guajiros y jóvenes barbados.

Para entonces, Leopoldo Fernández Salgado —nombre real de Trespatines— había colocado en el gusto popular a dos personajes: Pototo, que hacía pareja con Filomeno y alcanzó fama en la televisión, y José Candelario Trespatines, figura central de La Tremenda Corte, que desde 1947 se difunde todos los días por alguna radio de habla hispana, y cumple, por tanto, 55 años de vigencia.

"La Tremenda Corte tenía un formato muy sencillo. Al igual que en un juicio, comparecían ante el juez los ofendidos —ilustra el mexicano Reinaldo Jáuregui, devoto del cómico antillano—, casi siempre el gallego Rulecindo y Luz María Nananina, y durante veinte minutos se iba desarrollando la acusación y la exposición de hechos. Trespatines —el indiciado— iba respondiendo con argumentos llenos de ingenio, de recursos lingüísticos y de imaginación, que ponían en duda las aseveraciones de sus acusadores".

"Finalmente, establecida la verdad —agrega Jáuregui—, el juez lo interrogaba sobre los motivos que llevaron al comediante a la comisión de los delitos y éste se escudaba en una supuesta segunda interpretación de las palabras o en la anfibología de las mismas, interpretadas con toda maña y malicia. Invariablemente, la sentencia era que se pasara unos días en el Castillo del Príncipe —la prisión de entonces—, además de unos cuantos pesos de multa".

He aquí un fragmento del guión. Trespatines ha sido acusado del robo de una lámpara del establecimiento de Rulecindo, y en el proceso se da el diálogo que sigue entre el pícaro y el juez:

"Trespatines: Yo no tengo la culpa de que esa lámpara se haiga extraviado.
Juez: Haiga no, haya.
T: ¿No es haiga con ge?
J: No señor. Es haya con y griega.
T: ¿Con y griega? ¿Y tú pa' qué tienes que meter en esto letras extranjeras?
J: La y griega no es una letra extranjera Trespatines.
T: ¿No dices que es griega?
J: Sí.
T: ¿Y qué pasó? ¿La hicieron ciudadana cubana?
J: Mire Trespatines, si no conoce las letras vaya a la escuela.
T: Yo no tengo la culpa que esa lámpara se haiga extraviado.
J: Con y griega, Trespatines.
T: Ah, sí. Yo no tengo la culpa de que esa lámpara se haiga extraviado con y griega.
J: Diez pesos de multa.
T: ¿Y eso por qué chico?
J: Por bruto.
T: Está bien. Si es así está bien, chico".

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