Miércoles, 04 diciembre 2002 Año III. Edición 508 IMAGENES PORTADA
ECOLOGÍA
ARQUITECTURA
HUMOR
varela
CONVOCATORIA
Prensa
Revista
Revista Encuentro
Envia...
Suscríbete...
Humor
Carta a La Macorina

por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona Parte 1 / 4

Manosuelta y fotinguera María Constancia Caraza Valdés, alias María Calvo Nodarse, es decir, La Macorina:

Sé que es lógico y hasta normal —y raro en un anormal como yo— que cada vez que te evoque sin emboque, se me meta por la guataca, como un gusanillo retozón de la seda poco sedado, la voz de vendedor de tamales de contrabando de Abelardito Barroso, que menciona gozoso tu apodo, ese nombre de guerra con el que asustaste a los habaneros de principios del siglo XX, haciéndoles sudar almidón por la guayabera y el dril. Y se me sale un verso, que es como si te sacara una décima, aunque mirando tu picarona foto, con tus picarones ojos, y recordando el picarón estribillo que te cantaron en Los Parados, me tengo que sentar y se me vuelve la décima a hacer centésima. Escucha esto para romper el hielo; luego te sirvo el trago y nos miramos a los jojos, y te dejaré pestañetear como se hacía en tus momentos de esplendor, siempre que mantengas tus extremidades superiores a la vista: "Cada vez que pienso en ti/ me pasa una cosa rara/ se me acalambra la cara/ sintiendo tu mano aquí". Sé que no es muy inspirada, no sugiere mucho, no está bien escrita y no informa, pero me da lo mismo, lo que vale es la intención. Conozco un periódico que hace lo mismo y la gente hasta lo compra.

Con tu cachín cachumba, y una velocidad de vértigo de veinte km/h, sembraste el pánico por aquellos laberintos de San Cristóbal de La Habana, poniendo a sus habitantes color tapete de televisor. Y mira que los habaneros no se asustan tan fácilmente. Fíjate que la ciudad como que perdió el júbilo, y siguieron adelante, victoriosos. Se les fue apagando, y la solución fue eufórica y lenguaraz: se hizo importante la chismosa. Se les cae a pedazos, pero confían tanto en aquellos versos de Miguel Hernández: "Porque donde unas cuencas vacías amanezcan/ ella pondrá dos piedras de futura mirada...", que piensan que por debajo del edificio Alaska va a nacer, solito e invicto, un World Trade Centersin bereberes que se estrellen en él; los baches se regenerarán solos y que el perro sin tripas, aunque entre por Boyeros, irá criando mondongos hasta arribar a Coppelia. Pero tú los alebrestaste, los sorprendiste y los boquiabiertaste a tu paso de exhalación con el fotingo rojo y tus maneras cortesanas. Que le hacías un tingo talango al pinto de la paloma con esos ojazos que dicen llevaste Neptuno abajo, San Lázaro arriba, poniendo la majagua a punto de caramelo.

Entonces surgió tu nombre de guerra, en su contoneo por un contén. Porque, en la gorra como en el pez, mantendremos las confusiones. Como en el Payret actuaba una cupletista muy cupleta ella, conocida como La Fornarina, que nada tenía que ver con Pepe Fornaris, y sí tal vez con su interior hirviente —de forno volado u hornacina ardorosa—, un curdela criollo se trocó con tu meneíto. Te vio pasar tan exuberante y rara, tan de "afuera", niupáket, oronda y oropéndula —pendón toda tú— pendoneando a los presentes, con aquella carga de matar bribones, que, el pobre, entre el Palmita y otros efluvios de vetiver en alambique, espontáneo como somos los cubanos para decir lemas y sandeces, te bautizó allí en Los Parados, en el cuchillo mellado de la calle San Miguel con su alarido tribunicio y tribal: "Vayáaaaaa, caballero, qué buena está La Macorina". Sólo se equivocó en lo del nombre. Estabas buena de verdad. Hembrosa y ambrosiaca, umbral de toda hembradía, badajo broncíneo pa'romper cualquier campana campaneando. Mamita toda tú, fatal hasta quedarse uno fetal, como para pegarse al techo y apagar la luz con la etiqueta del calzoncillo. Entusiastas testigos de la época reportan que le subías la presión hasta a Pedrito Rico, que vino más tarde perruno y pekinés. ¿Qué pasó por la mente de aquel beodo nacionalista que hipó hipotérmico sin ser hippie, lejos del hipódromo? No sé, pero, antropólogo yo, podando aquí, podando lo que se pode, podólogo del lenguaje nacional, imagino ciertos ajedreces mentales que le pasaron por la conexión telefónica cerebral al curdela aquel, que de alguna manera "fue tu autor".

Salto a cont. Siguiente: Izo el cerebelo... »
1   Inicio
2   Izo el cerebelo...
3   Miguel de Marcos...
4   Puede que...

Imprimir Imprimir Enviar Enviar

En esta sección

Carta a Santa Bárbara Bendita
RFL, Barcelona
Conteo de producción
ENRISCO, Nueva Jersey
Querida Cristina
E, Nueva Jersey
Carta al Pan de Guajaibón
RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
El Nobel y yo
ENRISCO, Nueva Jersey
Carta a Esteban Salas y Castro
RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 
 
PORTADA ACTUAL NOSOTROS CONTACTO DERECHOS SUBIR
 
© 1996-2003 Asoc. Encuentro de la Cultura Cubana.