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Carta a Miguel Matamoros

por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona Parte 1 / 4

Bolersonístico y lagrimoprieto Miguel Matamoros:

Vamos a ponernos de acuerdo de una vez por todas, dejar el bururú barará, y conciliarnos en tiempo y espacio. Por ejemplo, en lo del pinol, que muchos occidentales —de Nuevitas a Guane— pronuncian pilón, porque el pinol se piloniza, y los pilones se atiborran. Iba a escribirte como poeta. De poeta a poeta, y que pasen la peota, pero ahí uno se puso en la poetasón antes que yo, y haciéndose el sonso con el son dejó que lo nacionalizaran, y hasta le intervinieron gubernalmente, con lo que duele que lo gubernalen a uno. Imagina tú qué iba a hacer yo, si no estudié para guayabo y segunda flor. Y más, que le seguí el juego a Magallanes, huyéndole a los Mogollones, y mi bojeo es más largo. Para quitarme esa lipidia que hay ahora en Cuba entre poetas "de adentro" y poetas "de afuera", estoy al nacionalizarme por las Islas Fidji, que tienen déficit en bardos vivientes. Tal vez en un equipo menguado y más fraterno pueda llegar a ser cuarto vate, que es lo que cuadraría a mi potencial. La soya me tenía en profundo slump.

Bardos a conversar ahora despacito, siguiendo paso a paso ese Manual de normas técnicas, que escribiste y cantaste para aprender a hacer maracas, y a moverlas despacito, chíquirri chirríquiti, que en la parábola van cuarenta y cuatro años de poner a secar la güira, y ya no suena ni a Melena, ni a Marurijes, y nos tiene el güiro sin tripa, con ciertas semillitas, piedras, tuercas y arandelas seudomarxistas, para decirlo a groucho modo. Y quiero que perdones la confiancita, pero qué le vamos a hacer, si de algún modo llevo por este mundo el Tivolí en la sangre; y un soprano que conociste allá en la Isla, a quien ya nos hemos soprano bastante, no me pudo agujerear más; así que voy montado en el "tren de la vida/ con su vaivén" mostrando los Hoyos en el pellejo, con carné de la loma. Para algo debe servir ser de la tierra caliente. Sin prú, pero sin amo. Y sin tanto pro, como Cheché en su pupú, con un chachá lejano, poseyendo la cadencia personal que uno quiere, no la que llega desde el atril. De modo que voy con "la china en la rumba", con negros lagrimonos rodando entre tercera y segunda, por mis mariscales mejillones.

Aunque tú y el Trío siguen sonando en la cumbancha, enteros ahí, igual que el primer día, con ciclones que se ponen solos, y no hay que destapar la Coronilla para regalarnos el ticket, y que salga, en cualquier lugar y hora, un "aunque tú me has echado en el abandono", esa especie de abono nacional para nuestra alma que se inmola en la muela, ahora hay otro trío que ha vuelto a coger la batuta, mira tú. Regresan a la popularidad Los Tres Ases, que ya una vez se desmejicaron, cubanizándose en los cincuenta. Los Tres Ases, cará: Ases como que estás con el gobierno. Ases como que aquello es lo mejor. Y Ases de tripa corazón, para que nadie se entere de que te defecas musicalmente en toda la ridícula dramaturgia y la hassanería de cartón piedra. Ya tienes el trío de ases, muy asesguro sin lechón aseado.

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