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17 estantes de una primavera

De las recomendaciones técnicas a la solidaridad embriagada: circunstancias del exilio y la epistemología nacional.
por ENRISCO, New Jersey Parte 2 / 3

El otro problema que incide en la relación tornillo-pared-estante es la falta de destreza del sujeto encargado de introducir el tornillo. Digamos que se trata de un licenciado en psicología, historia del arte o física cuántica, o sea, nadie peor calificado para proceder con un asunto tan serio como introducir un tornillo en una pared con ciertas posibilidades de éxito. Después de unos cuantos intentos, nuestro héroe —pongamos por caso, uno que espera recibir un doctorado por una tesis titulada La epistemología de la nación cubana: síntomas y tratamiento—,luego de echar a perder todos los destornilladores que había en la casa, se dará cuenta de que la situación del tornillo que ha introducido en la pared es tan insostenible como la del Medio Oriente o la de un seno de proporciones regulares después de los 50: puede permanecer en su sitio a condición de que no le pongan una cosa más arriba.

Llegado a este punto las opciones son apenas dos, o una, si por alguna razón se ha descartado el suicidio. La variante que queda se puede resumir en dos palabras: "cerveza" y "amigos". El procedimiento es simple. Se compran unas cervezas y se invitan amigos que tengan una noción más o menos aproximada de cómo introducir un tornillo en una pared del exilio. Todo, por supuesto, lleva sus proporciones. Según los cálculos de los especialistas en el tema, la proporción es de un six-pack de cervezas y un amigo por cada seis tornillos. Para 24 tornillos serán suficiente cuatro amigos y una caja de 24 cervezas. Tomemos este caso como ejemplo. El siguiente paso es intentar calmar a la mujer. Cualquier mujer con un mínimo de experiencia sabe que la combinación 24 tornillos-24 cervezas-4 amigos tiene un poder destructivo similar al de una bomba atómica o una pandilla de hooligans justo después que su equipo ha perdido: el suficiente para arrasar a una ciudad a prueba de terremotos.

La única manera de calmar a la esposa será un firme compromiso de recoger y limpiar todos los estropicios provocados por la combinación antes mencionada. Una vez conseguida la aprobación, se pone manos a la obra. Con los amigos y cervezas ya en casa, la alineación se distribuirá como sigue: el amigo A, parado junto a la pared intentando introducir los tornillos, y los amigos B, C y D, sentados frente a él. El anfitrión funcionará como un elemento de enlace trayendo cervezas y saladitos y retornando las botellas y platos vacíos. Esto es vital. Sólo una correcta disposición de los efectivos (es una forma de decir) garantizará el éxito de la empresa. Nunca se llame a engaño esperando que los tres amigos sentados en el sofá en algún momento tomarán parte activa en la tarea de introducir los tornillos en la pared. Su única y vital función es mantener viva la más profunda tradición cubana que puede resumirse así: "cualquiera que sea el trabajo de que se trate —desde abrir una botella con una cuchara hasta controlar una fuga radioactiva en un reactor nuclear— éste será ejercido sólo por una persona, mientras el resto del personal lo observará y emitirá sus opiniones sobre cuál es el mejor modo de llevar a cabo dicha tarea". La combinación progresiva de atornillamiento de paredes e ingestión de cervezas dará lugar a diálogos como el que sigue:

—¿Quién te dijo que eso se hace así? Primero hay que clavar el taco.

—Betico, sigue así que éste no sabe nada. El taco tiene que entrar junto con el tornillo. Pero no así como así. Tienes...

—Lo que yo digo es que ese tornillo es demasiado corto. Y con ese destornillador...

—Pero si no clava el taco...

—¿Por qué no vienen ustedes y lo hacen?

—Si yo te dije que lo iba a hacer yo pero tú te empeñaste. Yo tú cambiaba de pared.

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