Miércoles, 11 septiembre 2002 Año III. Edición 448 IMAGENES PORTADA
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Carta a Félix B. Caignet (II)

por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona Parte 1 / 3

Nacimientero radiofónico Félix ¡Benjamín! Caignet:

Como habíamos acordado, y sólo a modo de prueba, para darme el gustazazo, puse a trabajar la parte menos inhibida de mi cerebelo, la no dañada por el efecto corrosivo de la soya, la membrana menos estremecida por las consignas —investigaciones recientes han descubierto serias rajaduras y desprendimientos severos del nylon que envuelve el cerebro, en pacientes que han brincado unos pocos minutos gritando "el que no salte es yanqui", por lo que los científicos recomiendan mantenerse yanquis, si no se quiere uno volver idiota de a viaje— y me he puesto para las cosas, es decir, para algunas versiones más modernas de tu obra sin par El derecho de nacer, así que ponte a componer, componte niña componte, que seguro te dará algún otro "dolor carabalí".

En esta situación, como decía un bobo de mi pueblo: el que no quiera hablar que coma tamarindo. Me ensopo, me destamarindo sin Tamara, me pongo los ojos rubios y los dientes lacios, camino y prendo el fogón. Voy a comenzar a versionar tu obrita, a virarla para atrás y para adelante, a actualizarla, a llenarle la tripa como si fuera un mandatario africano de visita a nuestra Isla, y a rajar la leña, siempre con tu permiso, ya que eres el Benjamín de esta casa, y qué alegría me ha dado descubrir lo que significaba esa B tuya, más sorda que la hache, y casi tan muda como un diputado que se reputa. Creo entender que casi todos saben la trama de tu treta, de modo que si alguien trina porque truena, trote sin tropa a todo trapo, trovando la traviata trabado, es decir, que se jeringue y busque, revise, olisquée, buldorice y hurgue algo más que su infecta nariz.

He pensado que sería bueno ponerle más hijas a Don Rafael del Junco. Unas diez o doce, o las dejamos como los huevos, para nunca saber si son cinco o seis, y bajarle misterio. Puede triunfar una revolución, y le tiembla el junco, porque él no tiene ese don, el de moverse rápido y coger cajita. Así, desentallado, con poca tierra para el junquerío, lo ponen a trabajar en una fábrica, o en los muelles, pues lo han despotado de lo de déspota (aquí hay otra variante si se hace jefe y sigue despotando, pero ése sería un culebrón distinto) allí, rodeado de masas, que no de puerco, masa limpia que es como decir el pueblo trabajador, los oprimidos de oscuro futuro, Rafa se siente mal, y es el blanco de todas las burlas (no olvidar que quienes le rodean no sólo tienen oscuro el futuro, también el presente, y el roberto faz) y nadie le dice Del Junco, sino Junquito, que eso jode cuando se es un hombre machista y serio. Entonces viene uno y zas, le premia a todas las hijas a la vez, se las sementa, les llena el tanque. Cuando él se entera por boca de su esposa —la mujer sigue con las drogas, pero también se dedica a recoger materias primas y a chivatear— quiere que aborten, pero en Maternidad de Fátima no hay abasto, y nace un solo niño de ese colectivo, es decir, para racionalizar y ahorrar, entre todas paren a un solo niño, que resulta ser barón, aunque ese título se lo tiene que ganar. Y como no hay Nana fiel a la vista, el niño va becado. Se sigue llamando Limonta, pero estoy pensando que tal vez no lo hacemos médico, que ese es un apartado donde no podremos mover muy bien al personaje, y lo que necesitamos es movilidad; entonces lo ponemos en un bicitaxi, que no lleva tanto estudio y necesita menos permisos para el meneo, y si se asila en alguna parte a nadie le importa.

Puede perder el trabajo por algún comentario que ha hecho, por ejemplo sobre El Palmar de Junco, para quedar en familia, y se dedica a pedir Limonta. Entonces se entera de que una de sus madres abortó, no todas lo parieron en un ejercicio democrático, y no sabe si él realmente es el niño o el aborto. Cuando más desesperado está y anda pensando hacerse dirigente estudiantil, llega el Papa exhausto (sé que esto molestaría a algunos, pero así garantizamos una sólida beatería de oyentes. Además, si el Papa está siempre viajando, que se llegue un momento a una radionovela no lo va a reventar, digo yo). Ahí mismo el Albertico puede encontrar a sus madres. Las ve en una concentración, pero están tan concentradas que se pueden hacer varias sopas. Pero, ni él sabe cuál fue la que no parió, y hay dos que viven en el interior. De ellas mismas, porque son muy calladitas. A pesar de todas esas dificultades, se siente feliz de haberlo legrado. Entonces comprende que ha sido un aborto. Se monta a borto de una embarcación y muere accidentalmente con un capitalismo que le cae en la cabeza. ¿Cómo lo Bé, Felix B? Hmmmm... No sé, para mí que así no va la cosa. No pasa de ser una infelix serie B.

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