| Carta a Felipe Blanco |
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| por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona |
Parte 1 / 3 |
Majasístico, obsturante y tapador Felipe Blanco:
Sucusucupe de tus hazañas al horno desde mi más tierna infancia, y desde entonces llevo en mi alma, no La Bayamesa, que algunos mortales enarbolan o esconden, sino una clase de berro que no lo brinca un Chevi. Me pone muy soberbio tu modo absoluto y totalitario de jeringarles el hábitat a los ofidios. Entre tanto ofidio útil, tuviste que escoger, precisamente, el anti-natural de castigador de la fauna. Un fauno que se ufaunaba del despelote ambiental. El cantaíto donde te mencionan me pone a mil. Qué gracioso, qué simpático decir "ya los majases no tienen cueva/ Felipe Blanco se las tapó/ se las tapó, se las tapó/ se las tapó, que lo vide yo". Sucu sucu de seborucu. Eso me suena tan dictatorial, tan excluyente, tan abominable como aquella otra guarachita indecente que dice: "a la fiesta 'e los caramelos no pueden ir los bombones". La intolerancia supina. Intolerancia de tolete, que puede nombrarse intoletancia.
Porque, vamos a ver, Felipe en Flipe: ¿qué daño puede hacer un majá, un animalito de Dios que se arrastra porque llegó tarde al reparto de patas? ¿Un ser soñador que se posa en la rama y no canta para no molestar al medio ambiente? ¿Un bicho tubular, casi tubérculo, tierno y manso, con forma de cinturón al que sólo le falta la hebilla? ¿Que se zumba un pollo de vez en cuando? Bien, no le gusta el arroz frito. ¿Que nos transmite pavor viéndole ahí tan Pancho, sereno y calculador? Algunos voceros desenfrenados debieran aprender modales con el animalito. ¿Que puede parecernos frío, la piel viscosa y repugnante? Los tiburones tienen el pellejo más helado y áspero y no andamos sumergiéndonos para darles tafia. ¿Que dicen que "debajo de la cama está el majá/ cuidao que te pica y que se va"? Tonterías. Pura leyenda negra. Ni pica ni tiene a dónde irse, que es un animal, no un oriental con parientes en La Habana. El majá es un noble bruto, un bicho suave y poco peludo, se diría filosófico, que vive y deja vivir —a menos que uno se disfrace de pollo—, que mira la vida con cierta indolencia, y no habla cáscaras, ni decreta decretos, ni secreta ni publica, distante y muy decente. No tiene pelo porque es sabio: lo cogerían de alfombra. El majá no echa pa' alante a nadie, ni informa, ni grita, ni asiste a los actos públicos. Y si es un majá de Santa María, es hasta autóctono. Y de ñapa, autónomo, que no anda pidiendo conejos en solidaridad. Si no aparecen, se busca una rata y no llora. El majá debiera estar en nuestro escudo nacional. Posado en la ramita, o colgado del gorro frígido que lo corona. O se lo puede poner, y será un reptil muy cubano, con pachanga y todo.
Te hablaré en lenguaje más técnico, para que no te me arrastres por la sabana, ni te me pongas a trepar por el tronco de un árbol, que eso le toca sólo a las niñas henchidas de pasión. Para que masques bien la ecología, el majá (y más el de Santa María, aunque, si te lo tropiezas en Guanabo o Bacuranao, es igual) es un "importantísimo boido cubano, por supuesto, endémico, y de gran importancia en la cadena trófica de casi todos los ecosistemas de la Isla". Si se te abolló la guámpara con la explicación, paso a desmenuzar, minucioso. Un ecosistema es una cosa ahí llena de árboles, agua, bichos, mamíferos, incluyendo insectos, y entre nocivos, activos y pasivos conforman algo así como la naturaleza. Cuando tú le hablas o le gritas, él te responde. Por eso se llama ecosistema, porque siempre hace retornar el reclamo. Y deja que tú le digas tu opinión y todo. Por eso a los ecosistemas hay que cuidarlos, y bajarles mucho cariño y comprensión. Los hay de otra familia, sistemas parecidos, que no te dejan hablar, y menos gritar, y nunca te responden si lo logras, o, en el peor de los casos, te sueltan una respuesta muy violenta, como si tuvieran problema con el eco, fueran sordos o se hicieran los sensibles. Y mira bien que el majá es importante y boido, nada de bodrio, ni soido, que esos no pertenecen al ecosistema, sino al otro que no capta el mensaje.
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