| Carta a Clavelito |
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| por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona |
Parte 1 / 3 |
Acuoso y hachedosótico Miguel Alfonso Pozo, Clavelito:
La de veces que he puesto el pensamiento en ti, no te lo vas a creer. Y también lo he puesto en otras cosas y en otros seres menos espirituales, sobre todo en uno muy velloso: en ese caso pongo el pensamiento así tan reconcentrado, aguantando la respiración, a punto de que me salga espuma por la boca y se me pare el pelo en onda punk, pero no surte efecto. Como es tan verde, termino yo casi negro de la asfixia. O, para decirlo en catalán, no me surte, que es como declarar que no sale. Tendré el surtidor tupido. Aunque en la Isla era al revés: tenía el tupidor surtido. Será que el agua del vaso no es buena. Aunque sé de buena fuente, y hasta del bidet de Paulina, que un vaso de agua, en el momento justo y en el lugar apropiado, puede hacer maravillas. La de gente que salva un vaso de agua, cará. Y eso que los hay que se ahogan en él. Pero no llegan ni a campeones olímpicos en natación a pesar de que nadan. Nadan por aquí, nadan por allá. Y hasta nadan para allá, que ahí sí demuestran una gran contradicción: nadan porque nada, con una envidiable resistencia porque no resisten.
La calidad del agua es factor fundamental en estos meneos para que tu pensamiento prospere. Es púbico y notario que el agua tiene que ser lo más químicamente pura que se pueda. Un agua con gusarapos, con larvas llosas, con caquita almendárica, residuos de luchas intestinas, aedes, aedas y aemi chambelona sana poco culito de rana. Tampoco valen el agua de borra o sucedáneos, como el agua pa' Mayeya. Se recomienda un agua H2O. Si viene con faltas de ortografía ya la jeringas. Un agua sin hache puede ser fatal, aunque el aparato de radio sea demis ruso.
O a lo mejor tal vez quizá tiene que ser un pensamiento alegre, alígero, volátil, positivo. Y con el que te digo no me nace. El agua del vaso se calienta, se pone turbia, y termino pensando en Francisco de Albear, que era otro pasado por agua en mi memoria. No hay más que albear cómo anda el agüita en La Habana. Y lo que le aguan la vida a sus habitantes. "A tres quilo el cubo, la tinaja a medio... aguadooooor". De todos modos, un vaso de agua y un versito alivian mucho. Un vaso solamente, no hay que llenar el tanque. Funcionan más que un laaaaaaargo discurso y un tinajón. Ya el tanque te lo vas ganando si rehuyes los discursos. Que quien los suena es un aguafiestas, e hizo "una devolución más grande que nosotros mínimos".
Por eso confío tanto en tu método, aunque la modernidad ha cambiado mucho los planteamientos. Seguimos con el mismo planteamón y la misma camisa, pero el tablero resbala diferente. Por eso propongo, más que un vaso de agua, un porrón. Y como llegado el caso hay que dar mucho baldeo, lo primero y primordial —casi diría que lo primicio, primigenio, primoroso y prioritario, sin llegar al priísmo— sería dar escoba y trapeador. Hacer como porrón y cuenta nueva. Escoba y trapeador, no como ahora, que sólo se da la coba al trepador. Mucho haragán. Pero no de majá dirigente, sino del que pule, fija y da esplendor, como la Real Academia, que no es un CDR, aunque sea de la lengua. Ponernos las bostas de siete lenguas y cruzar el Helesponto, que viene cayendo entre Pinar del Río y La Tinta, allá en Maisí. Fundaríamos La República del Porrón. Todos porranos, iguales y contentos, lejos del aporreo actual. Porrón, porrón. Y un lema parecido a este: "Nuestra agua, de porrón, y si sale oxigenada, es nuestra agua".
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