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Carta al cacique Guamá

por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona Parte 1 / 3

Cocuyero y protoalfarero cacique Guamá:

Dice el sapientísimo Moreno Fraginals que "es posible deducir que hace no menos de 6000 años se inició el lentísimo poblamiento de la isla". No sé si tú cogiste cajita desde el principio, o acomodaste el cemí una temporada más tarde. La Isla debía de ser bonita en esa época, aunque uno extrañara un poco la rumba de cajón. Pero verlo todo ordenado, brillante, como acabado de estrenar y sin turistas europeos, camellos, zorros, baches, guampampiros, lombrices de tabla redonda, murales y escombros, imagino sería una paz espléndida, un relajamiento insuperable. "Cotorras en el pelo, almiquíes en la cama, airosa caminaba la flor de la candela". El relajamiento fue tan abrumador que, como era de esperarse, después llegó el relajo. Y comenzó el despoblamiento.

Como los bosques eran tupidos y frondosos y cerrados, no se vendían mapas, "de ahí que el tránsito de estos pueblos se hiciese a través de las corrientes fluviales que constituían la única vía posible de comunicación". No tengo noticias de que los ríos se hayan secado, pero llegó la incomunicación. Será porque ahora hay nuevos estupidos y frondosos que no son bosques sino matojos. Bastó que luego se inventara el son, sabroso y retozón, para convertirnos, con tanto río, en un pueblo son-riente. Con esa afición de batracios, es un crimen que no haya agua en Centro Habana. "Este andar por los ríos desarrolló sus técnicas de navegación y construcción de canoas, así como el dominio de diferentes artes de pesca". Dios mío, la canoa es un precedente de la balsa. Y eso que supongo no conocían a Jorge Manrique aún, ni lo que podía sacársele al coral negro o a la venta de delfines. Esto significa que siempre hemos sido un pueblo muy marinero y olé, lleno de remos y tarrayas —por eso al pueblo le dan siempre tarrayazos—, muy de cabos y nudos, aunque de tanto cabo llegara un día un sargento y luego un picapleitos a empujarlo, para anudar mejor la situación. Hizo un nudo tremendo. Y como le dio por importar eslavos de pie y sin pan, le salió, durante mucho tiempo, un nudo georgiano, en homenaje al camarada Pepe. Pero ya para entonces, hijo mío, habías apagado el tabaco, o te lo quitaron, para exportarlo a nuevos parajes. Y el cocuyo se murió de oscuridad mental.

La extinción de la megafauna obligó a esos pueblos a llegar a la desembocadura del Orinoco y de ahí desperdigarse, hacia las Antillas o a cualquier parte, buscando bichos que movieran el ala o el rabo. La historia se repite: se acaba la megafauna, uno no ve una vaca ni en las etiquetas, y han desaparecido hasta los gallitos de las veletas —que una sopa de veleta, a pesar de su sabor a intemperie tiene mucho hierro—, y empieza la estampida. Los pueblos se empeñan en continuar comiendo, con lo sano que es tener el estómago pegao al espinazo. Algunos expertos recomiendan también el potaje de pararrayos. Fraginals, que les siguió la pista a ustedes, escribió también esta especie de tesis estomacal, una ruta del papeo: "Entre sus principales piezas de alimentación estaban la llamada foca tropical (Monachus tropicalis), y el manatí (trichechus manatus), abundantes por entonces en ríos y costas". Ya lo dice la canción: "Los zapatos del Monachus son de cartón, de cartón, de cartón". Debió ser casi mágico asomarse al agua cristalina y enfocar una foca. Distinguir, sabrosonaza, fresca y feliz, en el fondo del agua, la fibra del almuerzo, sin que te marquen una casilla, o que te saquen de las idem, es la vida. Una foca asada y una Tropical bien fría, y se deja de ser protoalfarero. O se tiene lo de recolector como hobby. Y qué decirte de un manatí. Lo estoy viendo y me erizo: la familia reunida alrededor de un manatí asado en púa, oloroso, con sus grandes alas bien tostadas, y la madre preguntando a los hijos: "¿Pechuga o muslo?". Y el mamífero ahí tendido, mamario él, como sonriendo por su buena acción de gracias. Y en vez de una manzana en la jaiba, algo más caribeño, por ejemplo, un coco. Que debieron ser muy brutos los españoles que les conquistaron. Se extinguieron ustedes muy rápido, megafauna aparte.

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