| Carta a Nostradamus |
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| por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona |
Parte 1 / 3 |
Tarotista y tupidor Miguel de Nostradamus:
Pero, ¿qué es eso, Micky? ¿Qué estabas fumando cuando le metiste a las Centurias, muchacho? Ya sé que la vela y la pluma de ganso no son buena mezcla, que eran para alumbrarte y escribir, no para beberte el mejunje, viejo. ¿Qué te dio, Miguelito, mijo? ¿Tú creías que con avisar se iban a resolver las cosas? ¿De verdad te tragaste lo de guerra avisada no suelda al matado? Con lo tarajalludo que estabas, si hasta barba tenías... Coño, ¿será por eso?
Para la prensa amarilla no tendrías desperdicio. Has metido más miedo que Hitchcock o la Campaña de Nacionalización. Si te hiciéramos caso, todo estaba más cantado que La Guantanamera, ese himno de emergencia, lleno de sangre y candor, que sirve para el desparpajo y para el fútbol, para la puñalada trapera, el contubernio político paleolítico, el tarromato y la permuta del monte por la playa. Para mí que tenías el catalejo recortado. El bate corto y no te arrimabas mucho al home. Con el negocio que hubieras montado vendiendo charadas. ¡Lo que incinera una vela, señores! Hay gente que no debiera arrimarse nunca a un astrolabio (¿El astrolabio tiene forma de micrófono? No recuerdo. Hace rato que no veo astrolabios en las tiendas).
Claro que parece que el siglo XVI estaba encendido. No sé que estaba haciendo yo por esos años, pero te apuesto lo que quieras que estaba lejos de la Provenza. Estaría tal vez en la infanza, o la adolescenza, o en cualquiera de esos sitios en que uno casi no se entera de nada. Fue ya con un poco más de incordura, cuando las Astras herían mi inocente careta, que un amigo me invitó a ver tu última película. En aquel momento yo venía de la Escuela de Ruta y Manoteo de Guanabacoa, y mencionó algo así como "¿Nos trabamos?" Te confieso que me dio un poco de mala espina, porque no le conocía esa veta al socito. Resultó que era para verte a ti en batilongo de piel de orson, hablando con la voz profunda de Orson Welles. Y he de confesarte que salí de allí bastante mareado, pues te copié clarito todas las amenazas. Estuve a punto de pedir mi RD 3 e irme a vivir para la Sierra de Cubitas, o algún sitio medieval de esos que quedan en mi país, pero me distraje, aguanté a pie firme, y tus Centurias me han ido cayendo en el güiro, centén a centén, cumpliéndose a carta cabal. Soy todo un Centuriental.
A veces sospecho un poco de tu claridad, no te lo voy a negar. Duvito, vacilo con los efluvios de tu mentol. Ahora mismo que tengo entre mis obreritos y temblorosos dedos tu testamento, esas palabrejas donde le avisaste a tu hijo César el despelote que se avecinaba, entiendo un poco más por qué tenías la mucura en el suelo. Ahí dices esto: "Es en provecho común de los hombres que te dedico esta obra, fruto de una serie nunca interrumpida de vigilias nocturnas en el curso de una vida ya larga". Está bordado. A una tía mía le pasa más o menos igual después de tantas guardias del Comité (una serie nunca interrumpida de vigilias nocturnas), pues ella le cubre el turno hasta a los muertos con tal de que no peligre el diploma; y, en ocasiones hace la zona y el recorrido, ambas a la vez, que no me explico tal desdoble. Eso le ha dado una claridad mental para predecir, que me asusta. Mira que me advertía: "¡Sigue así, que vas a acabar mal. Sigue por ese camino, que verás lo lejos que llegas!" No sé cómo supo que yo iba a echar la guanaja acá en Barcelona. Sería por que me escuchaba imitar a Joan Manuel Serrat. Ahí también le descargas al vástago esa turca de: "a fin de dejarte este recuerdo después de mi extinción corporal, aquello que, del Porvenir, la Divina Esencia me ha permitido conocer por medio de las Revoluciones Astronómicas". Con eso confirmo que fueron otras hierbas. El whisky lo inventaron cientos de años más tarde, intentando imitar el chispa é tren.
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