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El hombre (nuevo) y la tierra

Sobre las concepciones guevaristas y su trascendencia en la épica de la revolución: el león, el antílope y la ley de la selva.
por ENRISCO, New Jersey Parte 2 / 3

"Tiré a rumbo la primera vez y fallé: el segundo disparo dio de lleno en el pecho del hombre, que cayó dejando su fusil clavado en la tierra por la bayoneta. Cubierto por el guajiro Crespo, llegué a la casa donde pude observar el cadáver, quitándole sus balas, su fusil y algunas otras pertenencias. El hombre había recibido un balazo en medio del pecho que debió haber partido el corazón y su muerte fue instantánea; ya presentaba los primeros síntomas de la rigidez cadavérica debido quizás al cansancio de la última jornada que había rendido".

En este caso se puede apreciar perfectamente cómo ocurre la transformación de un soldado dispuesto a servir a la dictadura por unos cuantos pesos en un hombre-nuevo dispuesto a ofrecer desinteresadamente y sin rechistar sus armas y municiones a la revolución. Sin embargo, podemos ver en la rigidez que advierte el Che un obstáculo para una entrega más entusiasta a las tareas revolucionarias.

Para que se verificara la fabricación masiva de hombres-nuevos en su variante activa, hubo que esperar a que el propio Che se convirtiera en hombre-nuevo-variante-pasiva. Fue entonces que la fuerza de su ejemplo consiguió que se procediera en masa a la multiplicación de esta especie. Son variados y sorprendentes los modos en que el hombre-nuevo se ha reproducido. Si el Che fue capaz de fusilar a alguien por robar una lata de leche condensada, hoy son millones en Cuba los que matarían por una lata de leche condensada o partirían un brazo por la misma lata aunque estuviera vacía. Es increíble lo útil que puede ser una lata vacía en un hogar cubano (la leche condensada hace pensar en el otro puntal de la ciencia genética cubana, el Comandante en Jefe y su ganadería condensada. Y no me refiero sólo a sus vacas bonsái —vulgo "chiva"—, sino a su tendencia a reducir el número de cabezas de ganado al punto que la proporción entre cabezas de ganado y población en Cuba a veces llega a confundirse con la tasa de mortalidad infantil: 6,2 por cada mil nacidos vivos. Ello hace pensar en un problema matemático que propongo a los lectores. Si las ganancias del turismo y de la exportación de langostas se usan para comprar la leche que toman los niños cubanos, ¿cuánto cuesta un litro de leche en el mercado internacional?).

Pero si algún pensamiento del Che ha encontrado eco en los hombres-nuevos es aquel que dice: "otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos" (tomado de la Carta de despedida a Fidel). Los hombres-nuevos han sentido ese reclamo de "otras tierras" con tal fuerza que han utilizado en el noble empeño de llegar a ellas cualquier material susceptible de flotar o volar, incluidas las cartas de invitación. Gracias a eso hoy hay comunidades cubanas en lugares sobre los que nunca supimos responder en las pruebas de geografía.

De cualquier forma, donde con más fuerza se manifiesta el hombre-nuevo es en la propia Isla. Allí los hombres y mujeres nuevos se pueden observar en todo su esplendor, y su conducta bien dista de lo que generalmente se considera como natural e incluso instintiva en otros seres humanos, educados por las voraces leyes del capitalismo. Allí el orden de prioridades es distinto y todos parecen seguir al pie de la letra el consejo que el propio Che Guevara diera a sus hijos en conmovedora carta: "Acuérdense que la revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada" (tomado de la Carta del Che a sus hijos). Allí se da el caso de que un padre-nuevo cualquiera, tomemos por ejemplo el padre de Elián, en lugar de ceder al exhibicionista instinto paternal de ir a buscar a su hijo de inmediato y dondequiera que esté, prefiere esperar por cinco meses a que den resultado las estrategias de la revolución o del autor intelectual del plátano microyet, para el caso es lo mismo. O de que una niña-nueva prefiera morir por la patria que jugar con una Barbie. O más asombroso aún: que un político, especie que en todas partes ha demostrado una amplia capacidad para escapar de las más complicadas situaciones, confirme que efectivamente es culpable de todo lo que lo acusan.

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