Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
Entrevista
Persona Non Grata

Sobre Cuba y Latinoamérica. Entrevista a Jorge Edwards, premio Cervantes 1999.
por MIGUEL RIVERO, Lisboa Parte 3 / 3

Hubo un momento en que Vargas Llosa era un lector apasionado de Flaubert, por definición un escritor puramente literario. Después, se convirtió en admirador de Víctor Hugo, un escritor que se metía en política, que era diputado y llego a aspirar a la presidencia de Francia. Cuando se presentó como candidato a la presidencia en Perú, yo dije: mucha influencia de Víctor Hugo y poca de Flaubert. Por suerte, me parece que ha regresado a Flaubert.

Tengo la sensación de que Fidel Castro siente un odio visceral hacia Vargas Llosa. ¿Le parece?

Es muy posible, pero yo creo que Castro siente un odio visceral hacia todo escritor que no se someta a su manera de actuar. Cuando estuve en Cuba, Fidel Castro siempre me decía cuando lo encontraba: "¿Para qué el Gobierno chileno ha nombrado a un escritor como su representante diplomático? Ya nosotros pasamos por esa etapa y la superamos". Eso era para mí bastante insultante y me lo repetía a cada rato.

Lo que sucede es que a este hombre, en el fondo, no le gustan nada los escritores.

Bueno, no le gusta nadie que lo contradiga.

Exactamente. El escritor es casi un contradictor por definición.

Recuerdo que una vez un personaje importante de la política chilena le mandó a Fidel Castro un calendario original, muy bonito. En cada mes estaba escrito un poema y él comenzó a hojearlo, leía y después comentaba "qué tontería, qué bobería" y otros calificativos, hasta que llegó a un poema de Pablo Neruda y entonces se quedó callado. Pero eso fue por prudencia política, porque se trataba de un alto personaje del comunismo chileno.

Pero las relaciones del Gobierno cubano con Neruda también se habían deteriorado...

Es verdad. Neruda se había alejado mucho de Cuba porque algunos escritores cubanos escribieron en 1966 una carta contra él que le dolió muchísimo. Algunos de los firmantes, como Alejo Carpentier, habían vivido mucho tiempo fuera de Cuba y Neruda me comentó: "¿Por qué esta indignación política contra mí? Una carta de este tipo tiene que haberla dictado o aprobado Fidel Castro".

Sin embargo, Neruda no quiso romper con el Partido Comunista de Chile. Por lo demás, cuando se produjo la victoria electoral de Allende los comunistas chilenos se encontraban más bien en el centro y asustados por el izquierdismo de otros sectores.

¿Cuánto influyó en su obra la amistad personal con Pablo Neruda?

Naturalmente que influyó, porque Neruda tenía una personalidad muy fuerte. Pero no en el aspecto literario, porque la poesía de él y mi prosa se parecen muy poco. Mi prosa es más bien rigurosa y seca. Busco el ritmo y no me gusta el exceso verbal. En cambio, Neruda era un barroco, muy inspirado en Góngora, sobre todo cuando yo lo conocí. Pero claro que influyó, porque Neruda tenía una lucidez política mucho mayor de la que muchos piensan. En ese sentido, conversamos y discutimos mucho. Él tenía un gran sentido del humor y de la fiesta. Fue una amistad complicada y variada, que relato en mi libro Adiós, poeta (1990).

En sus memorias Confieso que he vivido Neruda no trata muy bien a algunas figuras de la literatura cubana...

A Nicolás Guillén no lo trata nada bien y a Alejo Carpentier francamente muy mal, lo califica como el escritor más neutral que ha conocido. Dice en ese libro que entraban las tropas nazis en París y Carpentier no se daba por enterado. A Guillén le aplicó un paréntesis y hay que tener talento literario para condenar a una persona con un simple paréntesis. Él habla muy bien de Guillén y de repente abre paréntesis y escribe: "El español, el bueno".

En las circunstancias actuales, ¿le gustaría ir de visita a Cuba?

No. Será cuando se vaya Fidel Castro, porque correría el riesgo de encontrarme con él y reanudar un diálogo que ya terminó hace tiempo.

Conozco que no le gusta adelantar elementos acerca de su próxima novela, pero a lo mejor puede hacer una excepción...

Mi próxima novela tratará acerca de un personaje educado en un colegio jesuita y que pasa a militar en la extrema izquierda chilena. He inventado un personaje, pero con elementos de la realidad. Un hombre que pasa por la extrema izquierda, que vive episodios de la revolución cubana por dentro y que se encuentra en Chile cuando se produce el golpe de Estado contra Allende, y muere en esa ocasión.

Yo me eduqué en un colegio jesuita, dejé de ser observante pero tuve entre mis compañeros a intelectuales revolucionarios católicos que después adoptaron posiciones extremistas y algunos de ellos viajaron a Cuba.

No le cuento más detalles de esta novela porque me parece que he revelado bastante y, efectivamente, no me gusta hacerlo.

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