Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
Entrevista
Pedro Juan Gutiérrez o la literatura como conflicto

'El que quiera creer que soy racista que lo crea, sólo estoy exponiendo una realidad', asegura a CUBAENCUENTRO el autor de 'Trilogía sucia de La Habana'.
  Parte 2 / 4

¿Te vuelves un marginal y en ello interviene tanto tu crisis personal como la que atravesaba el país en ese momento?

Sí, esa crisis personal y la del país me dispara a una situación de vivir al borde del precipicio. Yo tenía dos soluciones, o escribía de esa manera o me suicidaba o me volvía loco, y seguía con el alcoholismo que tenía, un alcoholismo terrible, me metía diariamente una botella de ron y me fumaba dos cajas de cigarros. Me vi totalmente envuelto en la atmósfera marginal donde se mueven los personajes de la Trilogía. De pronto era un marginal que yo nunca había sido, yo nunca había llevado esa vida y de pronto llevaba varios años con esa vida tan... Entonces es cuando comienzo a escribir Trilogía. Es cuando escribo los dos o tres primeros cuentos, completamente autobiográficos. Hay cuentos en la Trilogía sucia, como Las puertas de Dios, por ejemplo, que tal como sucedieron las cosas así mismo están escritas. En Las puertas de Dios al final hay una escena... Bueno, yo estoy calentándome con una pareja que está templando en el malecón y me le acerco a una muchacha que había por allí para que me haga la paja ella y entonces ella dice "Haa... Huu...", porque era muda. Eso pasó de verdad. Ella me dice "Haa... Huuu..." porque quería una coca-cola y un hog-dog que vendían al frente, pero la combinación del vaso de coca y perro caliente valía un dólar y yo creo que tenía dos dólares y pico arriba y le dije "noooo..." y ella con el "Haaa... Huuu..." señalando para la tienda y yo vaya pa' la p... Yo mismo tuve que tocarme ahí, en el parque Maceo, que por cierto ahora lo cercaron, no sé por qué pero está cerca'o y ahora no se puede... Pero la negra y el negro seguían templando, acabando en el malecón y yo acercándome y ya estaba como a un metro de ellos de descara'o, tremendo descara'o y va el negro y me dice: "oye asere, echa pa' ya, no sigas descargándome con esa talla arriba, echa pa' ya". Eso fue verdad. Después que se me pasó la resaca y rememoré lo que había pasado esa noche me dije: "coño, pero si esto es un cuento". Con esto lo que te quiero decir es que yo tengo que reducir mucho la realidad para poder escribir. Porque la literatura tiene que ser creíble, tú no puedes escribir todo lo que sucede, hay que escoger, seleccionar y hacer una cosa apetecible y sobre todo creíble. Me baso en toda esa realidad, pero hago literatura donde se mezclan realidad y ficción de una manera creíble.

Cabrera Infante, en Tres tristes tigres o La Habana para un infante difunto, se mueve en La Habana, en el Vedado, Miramar o Nuevo Vedado, mientras que tus personajes se van moviendo del barrio a la calle y de la calle a las construcciones más derruidas y sórdidas. ¿Este desplazamiento espacial es un recurso consciente en la construcción del relato?

Cabrera Infante se mueve más por el malecón. Por ejemplo, en Tres tristes tigres se mueve en otro ambiente, es la noche de La Habana, de la gente bohemia que se mueve en un Corvette y en los cabaret. En El insaciable hombre araña yo ya comienzo a mover un poco al personaje. Se mueve entre Centro Habana, la playa de Guanabo y el Calvario, donde supuestamente vive la madre del protagonista del mismo Pedro Juan de la Trilogía y Animal Tropical, en este caso nadie lo llama así. Pero evidentemente es el mismo Pedro Juan, con problemas personales y 51 años, no tiene tantos problemas económicos, ya había escrito la Trilogía Sucia de La Habana, se sabe que es escritor y que gana un dinero. Pero tiene otros tipos de problemas existenciales, que son eternos. Es cierto lo que tú dices, a mí me interesa mover a mis personajes en circuitos cerrados. No me interesa la ciudad completa, La Habana es muy diferente. Incluso, piensa diferente la gente del Vedado a la gente de Centro Habana. La gente del Vedado tiene una manera de proyectarse en la vida, por razones culturales y étnicas importantísimas. Porque de algún modo tú piensas de acuerdo a como vives. No es lo mismo el que tiene disponibles cien dólares diarios en Cuba que el que dispone de uno y tiene que guapearlo vendiendo, trapicheando con marihuana o vendiendo libros viejos o cualquier otra cosa. Eso determina tu manera de pensar y tu proyección ante la vida. Ese es el tipo de gente que me interesa a mí. Es decir, a mí no me interesa el dandy, el bohemio, ni me interesa la gente del Vedado. No es que sean malos ni buenos, es que no me interesan literariamente. Yo pienso que la literatura es antagonismo y es conflicto, las mejores obras de la literatura surgen donde hay más antagonismo y más conflicto. Ese no es mi mundo, el mundo de mis personajes es mucho más sucio, un mundo mucho más pobre.

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