Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
Entrevista
Sucesión, transición, inmovilismo: tres modelos para armar

En el exilio desde 1968, el escritor y periodista Carlos Franqui se extiende en consideraciones acerca del inmediato futuro nacional.
por MARY SIMóN, Ginebra Parte 5 / 5

¿La nueva convocatoria gubernamental a un encuentro con la emigración puede aportar elementos favorables a un cambio en la Isla?

Fue en 1978 que por primera vez el régimen cubano convirtió a los gusanos en mariposas. Después ha habido toda una serie de movimientos. Creo que todo eso está alentado por una campaña dentro de Estados Unidos para que vaya el turismo americano por la libre, para alentar negocios, etcétera. No veo qué puede cambiar esto. No creo que vaya a tener ninguna consecuencia. Es una de las tantas maniobras que el régimen intenta. Hay miles de cubanos que viajan a la Isla, sobre todo los que salieron a partir de los años 80. No sólo desde Estados Unidos, sino desde muchas partes del mundo.

Podrán hacer muchas conferencias, pero bastaría con que esa gente fuera a cualquiera de los barrios populares de La Habana, o de cualquier ciudad en Cuba, para ver lo que está pasando. No le veo un gran peligro, excepto que está alimentado desde dentro de Estados Unidos, donde hay un poderoso lobby norteamericano trabajando por restablecer relaciones con Cuba, por quitar el embargo, por crear libertad de viajes, etcétera. Pero todo esto dependerá mucho del resultado de las elecciones del próximo mes de marzo.

Se plantea con frecuencia que el embargo, en cierta medida, habría fortalecido al castrismo. ¿Qué piensa sobre ello?

Debo decirte que me pareció muy buena la respuesta que le dio Payá a varios políticos norteamericanos. Payá y su movimiento han criticado el embargo. Pero Payá les dijo: "ya estoy aburrido que me vengan a hablar del embargo, vengan a hablarme de los presos políticos, de la falta de libertad y después de eso podremos hablar de cualquier otra cosa". Y yo pienso lo mismo.

Fue el ex presidente James Carter quien dijo que en Cuba había como un auto-embargo, porque el sistema puede comprar con dólares. En Cuba no hay un solo producto norteamericano que no se pueda adquirir con dólares, ya sea una Coca Cola, un yate o lo que sea, de Estados Unidos o de otras partes del mundo. Muy curioso, porque siempre le llamaron bloqueo y esa palabra se hizo popular. Bloqueo es una acción militar, empleada para que en un momento dado no pueda pasar nada. Hubo un bloqueo durante dos o tres días durante la crisis del Caribe, para que los barcos rusos no pudieran pasar. Pero eso fue muy diferente a lo que es el embargo.

Ahora le van a hacer un regalo a Fidel Castro a cambio de qué. Si FC quiere quitar el embargo, que suelte a sus 300 presos políticos, o que le quite al pueblo cubano el apartheid político y económico, que tome ciertas medidas que justifiquen las otras medidas internacionales.

Creo que hay algo interesante a considerar: el hecho de que durante mucho tiempo Europa tuvo relaciones muy cordiales, económicas y políticas, con Fidel Castro, y sin embargo, FC jamás aceptó las reformas que Europa le pidió. Lo que ha derivado en que la Comunidad Europea haya tenido que hacerle críticas y no darle créditos. Ahora mismo, el Parlamento Europeo acaba de darle el Premio Sajarov a Payá Sardiñas.

Por otro lado, toda esta situación de enfrentamiento a Estados Unidos parece que ha tenido, entre la población joven, un efecto diferente al que esperaba el régimen. El Gobierno dolariza el país, crea el apartheid turístico y del dólar; junto con todo eso, durante mucho tiempo las autoridades dijeron que Estados Unidos era un país lleno de miseria, de explotación, que los cubanos vivían allí muy mal. Y se equivocaron ya en el 78, en el primer diálogo, porque claro, los cubanos que vivían en Norteamérica desarrollaron una vida con mayores posibilidades. Y no es que todo el mundo se volviera millonario, hay muchos que tienen dificultades, pero por lo menos en los países donde hay libertad política y económica es más fácil sobrevivir y desarrollarse.

De manera que todas estas cosas la gente comenzó a verlas más de cerca. Fidel Castro creó un sentimiento de que las cosas buenas venían de Estados Unidos. Que lo único que valía era el dólar. Y, de otra parte, hay que decir que Estados Unidos fue uno de los pocos sitios en el mundo donde los cubanos que salían de la Isla encontraban refugio. Donde está la inmensa mayoría de la comunidad exiliada es en Estados Unidos; allí, además, hay una ley por la cual el cubano que pisa territorio no puede ser expulsado.

Todos estos factores han contribuido al fracaso rotundo de un sistema que no produce y que no da libertades, en contraste con lo que es la democracia en el mundo occidental. El castrismo ha creado ese tipo de simpatía por EE UU y Occidente.

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