Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
Entrevista
'Europa debe darle a la disidencia la legitimidad que le corresponde'

Tras ser expulsado de la Isla, el Secretario General del Centro Internacional Liberal Sueco, Erik Jennische, reflexiona en torno a su estancia en La Habana.
  Parte 3 / 4

Usted estuvo por primera vez en Cuba en 1998. Desde entonces a la fecha, ¿qué opinión le merece la evolución de la disidencia interna?

Hay un cambio fundamental. El presidente del Partido Liberal Democrático de Cuba, Osvaldo Alfonso Valdés, lo describió muy bien: dijo que anteriormente el movimiento democrático cubano era como un ghetto en expansión, pero un ghetto al fin y al cabo. La gente entraba en tal movimiento u organización, pero no pasaba nada. La gente se reunía y poco más. Con el Proyecto Varela, igual que con otros proyectos —como el de las Bibliotecas Independientes, la Mesa de Reflexión de la Oposición Moderada, etcétera—, se han desdibujado las fronteras entre la disidencia y el resto de la sociedad cubana.

Ya no hay una distancia tan grande entre ser cubano de a pie y disidente; dar ese paso ya no es tan difícil. Antes era un paso enorme, que traía consecuencias para el resto de la vida, la gente perdía el trabajo, le podía pasar cualquier cosa... todavía puede pasar cualquier cosa, pero son tantas las personas que han firmado el Proyecto Varela que las autoridades no pueden encarcelar a 11.020 ciudadanos. Entonces, la frontera entre los que son disidentes y los que no lo son se ha diluido bastante. Es la diferencia más grande que he notado con relación a 1998.

Por otra parte, la confianza del movimiento democrático en sí mismo es mucho mayor. Los opositores hablan mucho más del cambio, como si fuera algo que va a llegar dentro de poco. Antes hablaban más de los problemas y ahora hablan del cambio... Están más optimistas ahora. Yo estuve la última vez en abril de 2000 y, comparando, todos los que conocí entonces son hoy más optimistas.

Hace 15 años había, a lo sumo, un par de decenas de disidentes en libertad, y las embajadas en La Habana tenían mucho miedo. Ahora hay mucha gente en Cuba que no tiene nada que ver con la disidencia y, sin embargo, conoce el Proyecto Varela y se refiere a él.

¿Cuándo comienzan los contactos del liberalismo sueco con la oposición interna cubana?

Precisamente, nosotros tomamos los primeros contactos con organizaciones dentro del movimiento democrático en Cuba en abril de 1998, y desde entonces la relación ha sido muy amplia. Intentamos no distinguir mucho entre las ideologías de los grupos, entre las maneras de trabajo. Obviamente tenemos una relación ideológicamente más fluida con los dos partidos liberales, pero en 2000, por ejemplo, invitamos al socialista Manuel Cuesta Morúa a Suecia, donde estuvo alrededor de una semana. Los socialdemócratas suecos le hicieron una entrevista y punto, nada más. Nosotros lo invitamos y a través de nuestro programa visitó a muchos organismos políticos. Haríamos lo mismo con cualquier opositor cubano que viniera a Europa.

En julio pasado planificamos un seminario con cuatro liberales de la Isla y dos miembros del proyecto de Bibliotecas Independientes en el Parlamento Europeo, en Estrasburgo. La idea era que presentaran sus programas políticos y su visión de la democratización de Cuba, que no habláramos nosotros, sino que ellos expusieran sus experiencias y diferentes estilos de trabajo. Estaba planificado para el 4 de julio. A tres de los cubanos les negaron el permiso de salida en junio. A Osvaldo Alfonso Valdés le dijeron que le responderían la semana después del seminario. El Gobierno cubano, obviamente, sabía cuándo era el seminario. Ya cuando le habíamos preparado todos los papeles, Osvaldo recibió la respuesta del Gobierno de que fuera el 10 de julio. No pudo asistir ninguno, pero igual el evento fue un éxito. Estaban presentes, en representación de las Bibliotecas Independientes, Berta Mexidor y su esposo —ambos ya residían en Miami—; Cecilia Malmström, miembro del parlamento sueco y del partido liberal, Graham Watson, presidente del grupo liberal, y también Pat Cox, que es el presidente de la Cámara. Él estaba ahí y condenó fuertemente el hecho de que el Gobierno cubano no hubiera dejado salir a los opositores. Esto significó un gran paso hacia atrás en las relaciones de la UE con La Habana. En definitiva, para mí y para los demás, el seminario fue un gran éxito.

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