Jueves, 24 octubre 2002 Año III. Edición 479 IMAGENES PORTADA
Entrevista
Double Play

Del béisbol a la literatura y viceversa: una conversación con el profesor y crítico literario Roberto González Echevarría, Doctor Honoris Causa de la Universidad de Columbia.
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Roberto González
Roberto González Echevarría

En mayo de 2002, el profesor y crítico literario cubano Roberto González Echevarría recibió el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Columbia, en Nueva York. Miembro de la Academia de las Artes y las Ciencias de los Estados Unidos, es autor de libros como Las Voces de los Maestros, Mito y Archivo y La Prole de Celestina, entre otros. Según George Rupp, Presidente de la Universidad de Columbia, "ha relacionado la literatura con las leyes, la ciencia, la historia, la filosofía, la antropología y el béisbol", su otra gran pasión. Actualmente Echevarría es Director del Departamento de Estudios Hispanoamericanos de la Universidad de Yale, así como Sterling Professor de Literatura Comparativa. Es autor también del libro The Pride of Habana. Una historia del béisbol cubano.

A mediados de la actual temporada de las Grandes Ligas de Béisbol, en un partido televisado para todos los Estados Unidos por la cadena Fox, se enfrentaron los lanzadores Rolando Arrojo, por los Medias Rojas de Boston, y Orlando El Duque Hernández, por los Yankees de Nueva York. ¿Qué significa este duelo? ¿Logran imponerse los cubanos en las Grandes Ligas, o no?

Yo creo que sí. Lo que pasa tanto con Arrojo como con El Duque, pero más con este último, es que llegaron tarde a las Grandes Ligas, un poco quemados. El Duque lo hace con más de 30 años; Arrojo más o menos. O sea, no son jugadores jóvenes.

Osvaldo Fernández, un lanzador de esa generación, lesionado varias veces y actualmente en las Menores, me contó que en Cuba la temporada duraba prácticamente el año entero. Ellos lanzaban alrededor de trescientas entradas, y no tenían el entrenamiento minucioso que actualmente poseen los lanzadores de Grandes Ligas. Al llegar a los Estados Unidos, además, debían aprender una serie de cosas, como por ejemplo lanzar contra bateadores que usan el bate de madera. Ellos venían de Ligas donde aún se utilizaba el aluminio, y el lanzador acostumbrado a enfrentarse al aluminio tiene miedo a tirar en la esquina de adentro, pues con un bate de aluminio siempre puedes conectar un hit. Con uno de madera, en cambio, se te rompe el bate o das un machucón por tercera, un flaisito o algo así. Entonces hay que reentrenar a estos pitchers para que aprendan que la esquina de adentro puede ser efectiva. Los lanzadores cubanos educados en la Isla prácticamente no la usan. Otra cosa es que no dominan el inglés, y esto les dificulta el entendimiento con los entrenadores. El proceso no es fácil. A Liván Hernández, por ejemplo, medio hermano de El Duque y actualmente con los Gigantes de San Francisco, le ha ido mucho mejor, porque llegó joven y pudo entrenarse poco a poco.

Pero sí, en general los cubanos siempre han triunfado en Grandes Ligas, así que no me sorprende que, incluso con estas desventajas, jugadores como El Duque y Arrojo lo hayan hecho bien. Yo los he conocido a los dos. Hay quien piensa —aunque El Duque ha tenido más éxito— que Arrojo tiene más en la bola. Arrojo es un hombre grande, fuerte, que tira desde diferentes ángulos. Igual que El Duque, pero creo que un poco más duro. El Duque tiene tendencia a tirar lo que en inglés llaman goofer ball, pelota que se convierte en jonrón.

Sin embargo El Duque ha tenido más éxito.

Ha tenido más éxito porque ha jugado con los Yankees, porque ha intervenido en partidos cruciales, en play offs y en Serie Mundiales. Eso sí, es un hombre muy inteligente, y ha logrado aprender y adaptarse, aparte de ser un tremendo atleta. Parece un bailarín cuando realiza los ejercicios de calentamiento y luego, al lanzar, cuando se para prácticamente en la punta del pie derecho... es impresionante. Y es, también, un gran fildeador. Pero sin duda parte de su éxito ha sido por estar en Nueva York. Arrojo, si sigue trabajando con los Medias Rojas, puede llegar lejos. Hasta ahora, por otra parte, ha sido Arrojo el único de esa generación de lanzadores cubanos que ha participado en un Juego de las Estrellas, en su primera temporada con Tampa Bay.

El Miami ha surgido esta temporada un muchacho zurdo, Michael Tejera, que es muy bueno y batea bien. O sea que sí, hay unos cuantos cubanos ya establecidos en las Grandes Ligas, aunque claro, podría haber muchísimos más. Yo creo que la clave está en la edad, en llegar joven.

Ahora hay en la Isla una oleada de excelentes prospectos, como Kendry Morales, que batea a las dos manos, y Maels Rodríguez, un pitcher fuera de serie.

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