Joe García: Más allá del debate sobre el embargo |
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En exclusiva con el director ejecutivo de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA). |
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por IVETTE LEYVA MARTíNEZ |
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Joe García, director ejecutivo de la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA), es un hombre que no deja indiferente a nadie. En Miami los de "línea dura" le acusan de demócrata y liberal, y lo culpan de la escisión de la organización de cabildeo más importante del exilio cubano. En los círculos liberales estadounidenses se le considera derechista y republicano, mientras que para La Habana es otro "anexionista" de "la mafia cubano-americana".
Nos encontramos en una cálida tarde de fines de enero, en las oficinas donde radica provisionalmente la FNCA. La sede de la organización se trasladará para la histórica Torre de la Libertad, la Ellis Island cubana.
Pero ahora las oficinas de la FNCA, en el segundo piso de un edifico muy cerca de la Calle 8, semejan las de un periódico improvisado. García me dio un rápido recorrido por el local, exento de todo lujo, alfombrado de color verde, con cuadros alegóricos a Cuba en las paredes. Tras un sencillo recibidor, el estrecho pasillo con pequeñas oficinas a ambos lados desemboca en un salón más amplio, con gran desorden de papeles y libros. La propia oficina de García transpira un espíritu de agitación y actividad constante.
Nacido en Miami hace 38 años, de padres cubanos, Joe García es hoy un exitoso abogado y un controversial político, casado y con una hija. Su ascenso al liderazgo de la Fundación se produjo hace dos años, poco después de la crisis provocada en la comunidad por el caso Elián González, y de haber trabajado durante seis en el Programa Éxodo de la FNCA, mediante el cual centenares de cubanos refugiados en otros países obtuvieron residencia en Estados Unidos.
Locuaz, hábil, vehemente a ratos, García está acostumbrado a lidiar con preguntas difíciles. Durante más de dos horas, hasta el anochecer, respondió con paciencia las de Encuentro en la Red, en medio de frecuentes interrupciones de llamadas telefónicas y de otras entrevistas.
Algunos analistas consideran que detrás de la reciente renuncia de una veintena de directores de la Fundación hay razones generacionales, y algunos han hablado de un choque entre renovadores y conservadores. ¿Qué causas le atribuye usted a la escisión? ¿Ha tenido un impacto económico la renuncia de esos miembros?
La FNCA no se creó para ser sólo una organización del exilio de Miami. Nosotros estábamos reaccionando al vox populi de la radio en vez de a la política a largo plazo que la FNCA siempre ha hecho. A mí me parece que había un grupo de personas que querían seguir proyectándose aquí. No hay nada más cómodo que predicarle al coro. Y es muy divertido hablarle a esos que siempre van a decir que sí. En Estados Unidos se identifica como "Amen Chorus" a la gente que siempre va a decir "amén" en los momentos correctos. Dentro de la FNCA había la opinión, mayoritaria en muchos sentidos, de que había que proyectarse fuera del sector. Nosotros no teníamos que estar fajados en este entorno sino más allá: el debate de Cuba no debe ser un debate sobre si debe haber embargo o no; el debate de Cuba es si debe haber libertad, si debe haber democracia; ese es el debate de Cuba.
Se fue un número de directores comparativamente reducido. Ahí no se fueron grandes recursos porque el grupo que se separó fue relativamente pequeño. La FNCA hoy comprende unos 150 directores y trustees; asociados son como 170. Y decir que los que se fueron no querían renovar me parecería cruel: se fueron porque no estaban ganado los votos [internamente] que ellos pensaron, me imagino. Pensaron que podían hacer mejor sin la Fundación.
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