Lunes, 08 abril 2002 Año III. Edición 339 IMAGENES PORTADA
Entrevista
Carlos Alberto Montaner: abrir las compuertas de la creatividad

El presidente de la Unión Liberal Cubana habla, entre otros temas, sobre neoliberalismo, postcastrismo, su último libro o una nueva especie de 'rottweiler', no demasiado apreciada en el ámbito de la diplomacia latinoamericana.
por ARMANDO AñEL Parte 1 / 5
C. A. Montaner
Carlos A. Montaner

En su viaje a Lima con motivo de la última Cumbre Iberoamericana, usted tuvo oportunidad de entrevistarse con algunos líderes de la región. ¿Cómo catalogaría la visión de éstos con respecto al tema cubano?

Creo que hay una especie de coincidencia en el análisis: todos los presidentes latinoamericanos, probablemente con la excepción de Chávez, saben que el régimen cubano llegó a su fin. Todos suponen que tras la muerte de Castro comenzará un proceso de cambio, y creen que al final de ese proceso de cambio asomará el establecimiento de un sistema democrático y una economía de mercado. Nadie ve una salida distinta para el país. Algunos son muy optimistas y lo ven a corto plazo; otros lo ven a medio plazo. Pero no he conocido un solo jefe de Estado en América Latina que piense o crea que el régimen comunista puede mantenerse en Cuba.

Los más pesimistas piensan que será un camino muy alambicado, que tomará varios años encauzar nuevamente al país. Pero yo diría que la tónica general es optimista. Todos creen que el peso de la comunidad cubana en el exterior va a ser muy positivo para contribuir al desarrollo de Cuba, para aminorar los costos de la transición.

Diversas versiones intentan explicar la ausencia de Castro en Lima: unas achacan esa ausencia a la presencia de Montaner, otras a la de Vargas Llosa, otras a las protestas que previamente viniera organizando el exilio cubano en esa ciudad. ¿Se debió a alguna de estas razones específicamente, o a una suma de todas ellas?

Posiblemente fue una suma de todas ellas. Sé que el ministro Pérez Roque se quejó amargamente tanto de la condecoración a Vargas Llosa en presencia de los jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica, como del hecho de que el presidente Toledo me hubiera recibido (lo hizo en tres ocasiones). Pero no descarto que haya sido una suma de todo.

Por cierto, descubrí en este viaje que al ministro Pérez Roque los demás cancilleres le llaman "el rottweiler cubano". Tienen muy mala opinión de él y hablan con gran nostalgia de la época de Roberto Robaina, que en comparación con Pérez Roque les parece una suerte de maravilloso diplomático.

Últimamente se le achaca al llamado "neoliberalismo" la desigualdad existente en Latinoamérica. ¿De qué neoliberalismo se está hablando? ¿Se ha aplicado el neoliberalismo en Latinoamérica?

Aquí hay dos niveles de discusión. Una respuesta es que el neoliberalismo no existe. Que es una etiqueta construida por los neopopulistas. ¿Quiénes son los neopopulistas? Aquellos que aún defienden modelos revolucionarios, intervencionistas, enemigos de la propiedad privada, desorganizadores sistemáticos del Estado de Derecho, que ante el fracaso de todo lo que proponían a lo largo del siglo XX se emboscan demonizando al adversario, calificándolo de neoliberal e inventando una especie de política económica codiciosa y egoísta que en la práctica no existe, que no ha existido nunca.

Lo que ellos llaman neoliberalismo es una serie de medidas de ajuste que son la consecuencia del desbarajuste. Esas medidas de ajuste que hay que aplicar en América Latina son las mismas que se implementan en Europa o EE UU cuando se produce una crisis económica profunda. ¿En qué consisten esas medidas? Esencialmente, en el control del gasto público, en tener una recaudación fiscal adecuada a ese gasto, es decir, que no haya un déficit, y si lo hay que sea manejable, en tener bajo control la deuda externa —para que el servicio de esa deuda no consuma una cantidad de recursos que los países, sencillamente, no pueden abonar de acuerdo con las exportaciones que tienen—, en tener bajo control la masa monetaria para que no se imprima una cantidad de dinero que no responda a un aumento de la producción de bienes y servicios, pues esto produce un proceso inflacionario que acaba por destruir las economías. Si uno recuerda cómo fue el proceso de convergencia en el euro, debe reconocer que se aplicaron medidas de ajuste semejantes a las que se tuvieron que poner en práctica en América Latina.

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