"No nos apresuraremos a juzgar a la administración norteamericana, ni lanzaremos la primera piedra" suavizó Fidel Castro esta semana, tras haber llamado estúpido y mafioso al presidente Bush, en lo que ha sido, probablemente, el primer insulto recibido por el nuevo inquilino de La Casa Blanca.
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La Habana. 27 de enero de 2000 |
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Tampoco las autoridades norteamericanas se lo han tomado muy en serio y prefieren "no tocar ese asunto".
Lo que sí parece claro es que no habrá cambios en el tema del embargo, a pesar de las presiones del sector empresarial interesado en invertir en Cuba y que ha apoyado al nuevo presidente.
Por otra parte, los exiliados cubanos de línea dura fieles desde siempre a los republicanos, también esperan una respuesta consecuente al apoyo electoral brindado a la nueva administración.
El recién estrenado vicepresidente Richard Cheney dijo un día después de que Castro insistiera en que no lanzaría la primera piedra: "Tan pronto como se vaya Castro de la escena no hay razón en el mundo para que no podamos tener relaciones de primera clase con Cuba".
Por otra parte, John Kavulich, presidente del Consejo de Comercio y Economía Cuba-EE UU, aseguró que las nuevas autoridades han sido evasivas en cuanto al tema del embargo y que eso "deja abierto algún espacio para maniobras".
Sin embargo, el principal experto en temas cubanos, Wayne Smith, aseguró: "La Casa Blanca no va a lanzar ninguna iniciativa ni para bien ni para mal. Castro entiende eso claramente, y por eso no titubea en insultar a Bush".
Los grupos cubanos más radicales ya se preparan para nuevas batallas, seguros de que Bush cumplirá las sanciones contra Cuba con mano más dura que su antecesor Bill Clinton.