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Con medialuna de oro bajo los pies de tu ruego, Carmelita y nueve colores Como personaje histórico Changó fue el tercer Alafin de Oyó, pero decidió instalarse en el territorio de los Koso, sus vecinos, y allí se convirtió en un gobernante impetuoso, déspota, lo cual le ganó una mala fama y por ello fue desterrado por los viejos sabios y abandonado por su esposa Oyá. Las desobediencias de Changó provocaron desgracia a su pueblo, llegó la sequía, la esterilidad de las mujeres y la muerte, razón por la cual Changó se suicidó. Oyá, su fiel compañera, angustiada por el remordimiento, tanto lloró que formó con sus lágrimas el río Níger y sus nueve deltas.
En Nigeria, Oyá es una divinidad-orisha fluvial, dueña y señora del Río Níger, que lleva su nombre. Es la verdadera mujer de Changó, orisha del rayo y el trueno, de la música, del baile y de la belleza viril. Cuenta la leyenda que Oyá no podía procrear y siguiendo los vaticinios de Orula, hizo ebbó (limpieza) con 9 ovejas y parió 9 hijos. Por ello se le conoce como Iansan (Madre de nueve hijos). Por lo tanto en Nigeria, como en Tenerife y Cuba, su número es el nueve, que significa una imagen completa de tres mundos; representa también la triple síntesis de los ritos medicinales, o sea, la ordenación de cada plano: el corporal, el intelectual y el espiritual. La Virgen de la Candelaria, ya se encontraba en la Isla de Tenerife antes de ser ocupada por los españoles. Los guanches, sus habitantes autóctonos, hallaron a la Candelaria parada y sin moverse, en una peña, rodeada de signos sobrenaturales, desafiando a los pastores que pasaban con sus ovejas. Estos trataron de apartarla y en el acto dos de ellos quedaron lisiados, pero a su vez la virgen logró su curación. Cuando el Mencey llegó al lugar, se dio cuenta que algo sobrenatural rodeaba esta imagen, y la guardaron como sagrada. Cuando los cristianos conquistaron la isla, o como anotan los cronistas: "la isla los conquistó a ellos", las tropas enviadas por los reyes católicos cristianizaron la imagen con el nombre de la Candelaria, porque su aparición, según la leyenda, estaba rodeada de luces. Al paso de los años se construyó la Basílica de Nuestra Señora La Virgen de la Candelaria, en Tenerife. Frente a ella reposan hoy nueve menceyes guanches, esculturas monumentales de José Abad, que fijan su mirada en el vacío de su misterioso pasado. Y partieron los inmigrantes isleños con su Virgen navegante, hacia nuevas tierra posesionándose de Cuba, desde Oriente hasta Occidente, llevando su cultura religiosa desde el siglo XVI hasta entrado el siglo XX, dejándonos su impronta en la naciente identidad nacional.
La universidad para todos reclama transición Cuba y la velocidad de las revoluciones Un tal José Martí Contra la corriente Declaración de Pax Christi |
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