La fuerza de la música popular ha hecho que músicos de interés, como Julián Orbón, queden en un segundo plano, del que es necesario sacarlos para curar en salud todo el ámbito sonoro de la Isla. Ya hace una década que murió –cumplidos los 65 años–; días antes, la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, en una presentación, había interpretado sus Tres Versiones Sinfónicas. Es una lástima que Orbón haya sido reconocido, principalmente, por ser coautor de La Guantanamera; dicho más exactamente, fue quien introdujo los versos de José Martí en la canción, suceso descrito por Cintio Vitier en Lo cubano en la Poesía, en 1958. No es casual que Guillermo Cabrera Infante, escribiendo sobre Orbón, terminara diciendo: "No es recordado, para tristeza nuestra, como uno de los compositores más importantes de Hispanoamérica y de la propia Cuba". A ello se referirá este texto.
Si miles de músicos cubanos residen y trabajan actualmente en España, Orbón representó, en su momento, la fase inversa del fenómeno. Nació en Avilés, Asturias, en 1925; con sólo 7 años llegó a La Habana de la mano de su padre, el pianista Benjamín Orbón (su madre era cubana). Sus inclinaciones musicales fueron evidentes desde el principio. Con esa edad comenzó a recibir clases de piano de su padre y de Óscar Lorié. Luego, debido a la situación política de España en la década del treinta, su familia se instala en Cuba de forma permanente. Quizá inducido por su progenitor, inició una carrera de concertista de piano que abandonó pronto; con ese instrumento debutó, a los 16 años, en la Academia Nacional de Artes y Letras de La Habana.
Luego estudia con José Ardévol (1911-1981), compositor y profesor español establecido en la Isla, y uno de los fundadores de la Orquesta de Cámara de La Habana. Este músico abogará por un regreso a la artesanía musical y a la creación de piezas basadas en las técnicas tradicionales de composición. En los años cuarenta, Ardevol y un grupo de alumnos se unieron para formar el Grupo de Renovación Musical, cuyo lema sería "la presencia cubana en el mundo de la música". Le dan así una nueva dirección al género, de gran importancia para la formación de nuevos talentos musicales. En este grupo figuraban Harold Gramatges, Edgardo Martín, Hilario González, Gisela Hernández, Virginia Fleites y Julián Orbón. En 1945 empieza una nueva etapa para éste último, cuando compone Sinfonía en Do mayor, que marca una ruptura con el neoclasicismo prevaleciente durante su asociación con el Grupo de Renovación Musical.