Viernes, 24 enero 2003 Año IV. Edición 541 IMAGENES PORTADA
Economía
Más claro ni el agua

La Habana abre el nuevo año calificando al PIB de antisocial y admitiendo que el escenario vigente en la Isla es consecuencia del socialismo.
por MICHEL SUáREZ, Valencia Parte 1 / 2
Batabanó
Batabanó, provincia Habana. Sin zapatos ni PIB

En pleno año 1993, con la economía rozando el 34 % en la escala negativa, los profesores de Economía Política en las universidades cubanas admitían —mediante diversos eufemismos— el error de calcular el crecimiento a la usanza del extinto bloque pro-soviético. Ya para entonces no sólo en la enseñanza superior se impartía un único tipo de economía política (la capitalista), sino que se aceptaba que el método de evaluación económica utilizado desde 1961 por La Habana —el Producto Social Global (PSG)— era extremadamente engañoso. Para visualizar mejor el asunto, basta mencionar el inverosímil crecimiento del PSG en terribles períodos como 1970 y 1974: 15,4 % y 16,2 %, respectivamente.

Mientras duró la denominada "recuperación" de los años 1995 y 1996, en los que se elogiaba con demasiado optimismo el "milagro" de imponerse a las adversidades del bloqueo y a la desaparición del CAME, Cuba enarboló sin mayores complejos el modelo de cómputo macroeconómico del Producto Interno Bruto (PIB) que había asumido abriendo los 90. Y contando con que fuesen confiables las cifras oficiales que indicaban un crecimiento de hasta el 7,8 por ciento en 1996, las autoridades nunca cuestionaron públicamente la utilidad del PIB, sobre todo porque numéricamente refrendaba su capacidad de "resistencia ante el cruel entorno mundial".

Por esas cosas del destino, y sobre todo de la ineficiencia galopante del sistema, las Torres Gemelas —que parece cayeron sobre La Habana— dejaron al régimen tan mal parado como todo el desbarajuste socialista y el añejo bloqueo juntos. Podría pensarse, si se quiere, que la economía nacional comenzó un nuevo declive como consecuencia de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, pero, ¿cómo se justifican entonces los decrecimientos de 1997 (2,5 %) y 1998 (1,2 %)?

Han sorprendido por estos días las declaraciones del ministro de Economía, José Luis Rodríguez, al intentar justificar en el Parlamento el raquítico 1,1 % del año 2002. De acuerdo con el titular, el PIB "no resulta eficiente para medir el desarrollo humano y social sostenido por Cuba", porque en su cálculo no se tienen en cuenta algunos "subsidios y otras prácticas del socialismo cubano en aras de la equidad y la justicia social". Un descenso como el experimentado por la economía nacional en el año recién concluido es motivo suficiente para que el Gobierno intente ahora cargar contra un indicador de desarrollo tan universal como el PIB. Obviamente, la cifra ya no le sirve para sus intereses propagandísticos y, ahora para Castro, el PIB es un barómetro antisocial, de seguro pagado y alentado por la CIA o quién sabe cuál imperio.

El ministro ha asegurado que 2002 "ha servido para poner a prueba la recuperación de nuestra economía, y cómo es posible avanzar en el terreno social con pocos recursos". ¿A cuáles avances se refiere el señor Rodríguez, a cuál recuperación? El colmo de un ministro de Economía es ver algo positivo en la tragedia de la desaceleración. Como siempre sucede en el pueblo de Alicia y sus maravillas, una condena en la ONU es considerada una "victoria moral" y un dato negativo un "signo de mejoría", típicas argucias de la retórica oficial para manipular a la opinión pública.

Hasta hace unos años podía hablarse de cierto vuelo en los índices macroeconómicos, luego de paliar el tramo más severo de la crisis. Pero, aún así, siempre fue evidente que dichos resultados globales no estaban significando necesariamente un adelanto para el cubano de a pie. La llamada "canasta familiar subsidiada" (arroz, aceite, azúcar, frijoles y sal para poco más de una semana) no ha sufrido la más mínima variación desde 1989, salvo para deteriorarse en cantidad y calidad. Ni con el Producto Interno Bruto elevado, ni sin él, Cuba ha logrado remontar la crisis, aunque el Gobierno se empeñe en mostrar "resultados sociales" donde no los hay.

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