| Reunión anti ALCA en La Habana |
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| Castro: Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago. |
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| por JORGE H. FONSECA, Sao Paulo |
Parte 1 / 2 |
A medida que se delinean las estrategias de negociación para la consolidación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), comienza también a ser más clara la estrategia cubana de oposición al acuerdo. Inicialmente, La Habana sustentaba que el ALCA sería una especie de absorción por Norteamérica de los países al sur del Río Bravo, pero ya nadie duda de la necesidad de una integración regional en un mundo acelerado por la globalización. Hechos recientes demuestran, sin embargo, una estrategia un poco más compleja por parte del Gobierno cubano, quién sabe si en coordinación con sectores económicos dentro de los EE UU.
Una semana antes de la reunión contra el ALCA que finaliza este viernes en la Isla, las autoridades recibieron a una voluminosa delegación de empresarios agrícolas norteamericanos encabezada por Bob Stallman, presidente de la Federación de Granjeros de Estados Unidos. Los empresarios estaban interesados en consolidar el negocio de la venta de alimentos a Cuba, con una perspectiva de desarrollo del orden de los 1500 millones de dólares; para apuntalar la idea, ayudarían a La Habana presionando a Washington para que levante sus restricciones y permita la visita de turistas norteamericanos a la mayor de las Antillas.
A renglón seguido, se inauguró el segundo cónclave convocado por el Gobierno cubano contra el ALCA. El éxito del evento es de interés especial para los granjeros norteamericanos, en función de que son los subsidios que Washington otorga a éstos el principal blanco de los ataques de los países latinoamericanos. Curiosamente, los intereses de este sector conservador estadounidense se unen con los de la Cuba izquierdista.
La reunión contra el ALCA celebrada en La Habana ya desde antes de abrir sus puertas estaba destinada al fracaso: el Partido de los Trabajadores brasileño (PT), el mayor de la izquierda latinoamericana —que con anterioridad participaba activamente de las reuniones anti ALCA—, anunció que no asistiría porque, ahora como gobierno, ha decidido dar su apoyo para que Brasil se adhiera al Área de Libre Comercio.
El desespero en La Habana fue total; el periódico Granma publicó en su versión electrónica del viernes 22 de noviembre un texto cuyo título es un reto al castellano: "La fase decisiva por o contra el ALCA". Allí expresó: "Brasil parece tener la llave del ALCA, porque ese solo país es el 30% de la economía latinoamericana y sin él estaría muy mutilado el acuerdo". En el artículo se expone como logro extraordinario la participación de 10 millones de brasileños en el plebiscito convocado por la izquierda para rechazar el ALCA, pero no se dice que ese número representa solamente al 8% de los cariocas adultos con derecho al voto.
El plebiscito fue realizado sin la participación del PT, cuyo máximo dirigente ganó las elecciones presidenciales brasileñas con más de 52 millones de votos —es decir, 42 millones de votos más que los votantes contra el ALCA—, y se prepara para reunirse con el presidente norteamericano George W. Bush el próximo 10 de diciembre en la Casa Blanca. Allí debe tratar, como tema principal, las discusiones en torno al Acuerdo de Libre Comercio.
¿Qué hace La Habana patrocinando una reunión contra un acuerdo en el que no participa? ¿Qué hace alentando a los países latinoamericanos para que no firmen convenios comerciales con EE UU cuando —en lo que va de año— ha comprado a los granjeros norteamericanos más de 250 millones de dólares en alimentos? ¿Qué hace queriendo que los latinoamericanos no establezcan relaciones comerciales con los estadounidenses si gasta millones de dólares en cabildeo —apoyada por los granjeros de ese país— ante el Congreso norteamericano para lograr acuerdos comerciales adicionales y financiamiento para sus compras? Es el eterno "haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago".
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