| A campo traviesa |
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| 43 años de agricultura 'revolucionaria': un balance y algunas observaciones. |
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| por ADOLFO FERNáNDEZ SAíNZ, La Habana |
Parte 1 / 3 |
No hay causas objetivas que expliquen la falta de alimentos en Cuba en más de 40 años, siendo la Isla un país mayormente llano, de tierra fértil, agua abundante y brazos suficientes, capaz de dar de comer a 40 millones de habitantes. Un dato: el Estado controla el 85 por ciento de la tierra de cultivo y tiene todos los recursos de la ciencia y la técnica a su disposición, laboratorios y centros de investigación incluidos.
El éxito de la agricultura se mide por el precio de la comida, y la nuestra es una de las más caras del mundo. Pero ello ha tenido sus etapas. La agricultura prerrevolucionaria fue un gran éxito. El mercado estaba exquisitamente abastecido de todo lo apetecible, a precios muy razonables (siempre hubo bolsones de pobreza, por supuesto). Después de la revolución de 1959 vino una primera etapa de destrucción de lo mucho que había. Recordar, por ejemplo, el Cordón de La Habana: Alrededor de la capital había un cinturón de fincas que eran verdaderos vergeles, con abundantes árboles frutales sembrados por generaciones de campesinos; se destruyeron muchas de esas fincas para sembrar un café caturra que, según Fidel Castro, crecía en el llano y no necesitaba sombra de árboles. Nadie llegó a probar una tacita. Un colosal fracaso.
Durante los años 60, decenas de miles de habaneros fueron movilizados cada día a labores agrícolas. Estudiantes universitarios, empleados de oficina (había una guerra contra el burocratismo), etcétera, pero mientras más miles de personas se sumaban al esfuerzo agrícola, más escaseaban los productos. El pueblo pasaba hambre, faltaba lo más elemental, las frutas más corrientes, pero sobraba la esperanza. ¿Cómo una revolución tan grande como aquella, con tanta energía joven —pensaba la gente— no iba a lograr algo tan elemental como producir los alimentos que en el capitalismo nunca escasearon?
El régimen había promulgado, en 1959, la primera Ley de Reforma Agraria. Pero en lugar de repartir la tierra entre los campesinos, que era lo que todos esperaban, el recién declarado comunismo procedió a convertir la tierra expropiada a los latifundistas y las compañías extranjeras en enormes granjas estatales estilo soviético. En vez de acomodar a los campesinos, optó por que fueran obreros agrícolas de las granjas gubernamentales. No los hicieron dueños de la tierra, sino empleados del Gobierno. Para la naciente revolución era importante la composición social en los campos. Un campesinado fuerte y rico no se avenía a sus planes.
En esta etapa, Cuba pasó de la abundancia a la escasez crónica y el racionamiento estricto. Todos comían lo mismo (mal), excepto los jerarcas del Gobierno.
Tras el fiasco de la Zafra de los Diez Millones, en 1970, y de tantos planes agrícolas fracasados, la Isla se acercó más a la URSS y se hizo miembro del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME). Entró en pleno vigor la sovietización de la agricultura. Hasta el último rincón llegaron la mecanización agrícola, los fertilizantes químicos, los herbicidas y los plaguicidas. El suministro de petróleo parecía inagotable. Se mantuvieron las movilizaciones estudiantiles al campo, pero más como tarea política, "formativa".
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