Martes, 30 julio 2002 Año III. Edición 420 IMAGENES PORTADA
Economía
PIB versus Batalla de Ideas

Según el autor, la capacidad digestiva de la sociedad cubana debería medirse por su habilidad para metabolizar la lírica revolucionaria, no los productos del agro.
por MANUEL CUESTA MORúA, La Habana  
J. Hoeven y P. Álvarez
Presidente de Alimport, Pedro Álvarez; Gobernador de
Dakota del Norte, John Hoeven. Misión económica en
La Habana

¿Hacia dónde nos lleva el Producto Interno Bruto? Parece, y sólo parece, que por una ruta distinta a la de la "Batalla de Ideas". ¿Qué relación se puede establecer entre el uno y la otra? Tal vez la misma que entre el ayuno y la claridad mental.

Dicen que cuando a Clinton le mostraron ciertas preocupaciones por el posible comportamiento del ciudadano promedio norteamericano en las elecciones, respondió: "it is the economics, stupid". Significando con ello que lo fundamental para los estadounidenses tenía que ver con el buen estado de su cuenta bancaria. "De manera que no se preocupen, mi reelección está asegurada", siguió comentando Clinton. Y así fue.

En Cuba la cuestión es diferente. Todo indica que las inquietudes que puede despertar a algunas autoridades el malestar social y económico del ciudadano promedio, tienen respuesta: "it is the power, compañero". Quiere decir que lo fundamental para los cubanos es cómo conservar intacto el estado de "su Revolución". Fuera entonces las preocupaciones: la Revolución está garantizada. ¿Y la economía? Mal. ¿Y usted?

Quizá por ello el PIB nacional va hacia el abismo y la Batalla de Ideas hacia la cúspide. Y no hay ni que preocuparse. Como se argumentaba entre dos famosos filósofos, "de lo que no se puede hablar, no se puede hablar... y ni siquiera silbar".

¿Conclusión? La realidad existe por la palabra. Si ésta no la refleja, la realidad no es percibida. Háblese de Batalla de Ideas, no de economía, y se verá cómo ella desaparece de la percepción general. Porque, después de todo, el hombre vive como piensa, no piensa como vive. Marx, por razones de época, poco sabía de antropología.

El PIB cubano ha desaparecido del lenguaje común, del discurso oficial y pudiera afirmarse que del mundo académico o universitario. Excepción hecha de los nefastos efectos del neoliberalismo, que son innegables, la prensa nacional y sus analistas nada tienen que argumentar sobre canasta básica, importaciones y exportaciones, desarrollo de sectores, redistribución de las riquezas, comportamiento de las cuentas —sean corrientes o no—, estado de la deuda y partidas presupuestarias.

Cualquiera que lea el periódico Granma de cualquier día de cualquier mes de cualquier año, será testigo de dos enfoques. Primero: "El riesgo crece en la Argentina, mientras el FMI sigue imponiendo condiciones que amenazan con destruir su ya depauperada clase media. Los bancos se niegan a entregar sus depósitos a los ciudadanos y la confianza de los inversionistas en cuanto a las posibilidades del país desaparece. Esto es una nación cuyas riquezas naturales hacen la envidia de otras economías". Segundo enfoque: "Los esfuerzos de la Revolución en el desarrollo del país son inmensos. Nuevas plantas de gas se inauguran y cinco nuevos paneles solares se construyen en las zonas orientales. Los trabajos para extender la telefonía llegan a los parajes más intrincados, al lado de la magnífica labor de nuestros contingentes para dotar a nuestro país de mayores capacidades hoteleras, que serán dedicadas al turismo. Esto es sólo posible dentro de un proyecto que sigue concitando la solidaridad internacional frente al más criminal de los bloqueos".

El primer enfoque pertenece a la economía; el segundo, a la Batalla de Ideas. Los dos parecen hablar de lo mismo y, sin embargo, nada es más diferente. Como para confirmar la tesis de un ideólogo del socialismo cubano, según la cual a la Revolución no se le puede medir, y por tanto criticar, con los instrumentos y criterios con los que se evalúan a las demás sociedades.

Desde aquí, la capacidad digestiva de la sociedad cubana debería medirse por su habilidad para metabolizar la lírica revolucionaria y no los productos del agro. Por ello, y siguiendo a un amigo mentalmente ágil, tendría sentido proponer una nueva lectura tras las siglas PIB. Ahora, en vez de observar "Producto Interno Bruto," sería más indicado traducirlas como categoría política, entendiéndolas así: "Poder para Institucionalizar las Batallas". De tal manera, el PIB y la Batalla de Ideas se encontrarán definitivamente en un punto, y sin problemas. "It is power, compañero".

En cualquier caso, los cubanos han alcanzado esa claridad mental que sólo pueden alcanzar los pueblos en perpetuo ayuno.


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