Las amargas incógnitas del azúcar cubano |
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La ineficiencia del socialismo y los precios del mercado internacional han dado el tiro de gracia a la que una vez fuera la industria azucarera más floreciente del mundo. ¿Qué será del 18% de la población que depende de ella? |
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por IVETTE LEYVA MARTíNEZ, Miami |
Parte 1 / 2 |
Cuando en su antológico Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar (1940), Don Fernando Ortiz atisbó la posible desaparición de la industria azucarera cubana, estaba muy lejos de imaginar el sombrío panorama que hoy conduce a la debacle económica de la Isla.
En una decisión celebrada por expertos, aunque calificada de tardía, el Gobierno cubano anunció a mediados de junio que reducirá a la mitad la capacidad de su industria azucarera y en un 60 por ciento los campos dedicados al cultivo de la caña.
La noticia no sorprendió a los especialistas, aunque sí a buena parte de los dos millones de personas, un 18 por ciento de la población de la Isla, que depende directa o indirectamente de la industria, y cuyo futuro, a pesar de las aseveraciones del Gobierno, es ahora una interrogante.
La nueva estrategia presentada en junio marca un giro de 180 grados en las declaraciones que hizo el año pasado el ministro del Azúcar, general Ulises Rosales del Toro. Entonces el funcionario dijo a la prensa que Cuba aumentaría su producción azucarera entre 300.000 y 500.000 toneladas anuales, para llegar a una zafra de seis millones de toneladas.
Recientemente, Rosales del Toro anunció que en el futuro sólo 70 de los 156 centrales azucareros molerán la caña, otros 14 fabricarán derivados y el resto, 71, cerrarán. "(...) Producir azúcar para nuestro consumo interno de 700.00 toneladas será por tanto nuestro objetivo, y acceder al mercado externo en la medida en que su precio genere ingresos superiores al costo", indicó el Ministerio del Azúcar (MINAZ) en un documento al que tuvo acceso la prensa extranjera. Cuba espera mantener producciones en el rango de los cuatro millones de toneladas.
La industria experimenta un sistemático declive desde inicios de la década del 90, sacudida por la desaparición de la Unión Soviética y, con ella, de los jugosos subsidios de petróleo a cambio de azúcar. En ese período, las producciones no lograron superar los cuatro millones de toneladas métricas de azúcar, poco más de la mitad de lo que la Isla conseguía en los años 70 y 80. La producción en la temporada 1997-1998 cayó a su punto más bajo desde 1994, con 3,2 millones de toneladas, mientras la zafra 2001-2002 sólo produjo 3,61 millones de toneladas.
Sin embargo, con la producción de 1997-1998, Cuba ganó 600 millones de dólares, y con la más reciente, sólo 440 millones, debido a la caída en picada de los precios desde 1998, que hoy rondan los 7 centavos por libra. La competencia de otros productos en el mercado internacional, como la fructuosa y el azúcar de remolacha, y el auge de los edulcorantes artificiales, han incidido en ese descenso.
La URSS llegó a pagar por el azúcar cubano 7 veces su precio en el mercado, que entonces era mucho más elevado que en la actualidad.
Irónicamente, a pesar de su declarada intención de diversificar la economía, el Gobierno de Fidel Castro consolidó el monocultivo de la caña de azúcar para cumplir con los requerimientos del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) del extinto campo socialista. Cuba era, y aún lo es hoy, la principal proveedora de azúcar a Rusia.
La mecanización de las diferentes etapas de la producción de azúcar, que se realizó vertiginosamente durante los años de protectorado soviético, terminó convirtiéndose también en un boomerang para la Isla. Con la muerte de la URSS se acabó el cuento de hadas y el chorro de combustible cesó bruscamente, paralizando las máquinas. Al mismo tiempo, la falta de fertilizantes soviéticos dañó las cosechas.
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