| Consignas y más consignas |
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| El bajo rendimiento azucarero no se resuelve a base de lemas y 'novedosas' fórmulas organizativas. |
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| por OSCAR ESPINOSA CHEPE, La Habana |
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Un descubrimiento "mágico" para encontrar la solución al principal problema enfrentado por la producción azucarera, los bajos rendimientos agrícolas cañeros, se propaga a bombo y platillo por las autoridades a través de sus controlados medios de difusión.
Las "Brigadas Integrales de Siembra y Cultivo de la Caña" son una supuesta nueva forma de organización de la fuerza de trabajo, la cual, se asegura, logrará que las plantaciones de la dulce gramínea puedan recuperarse de su desastrosa situación como por encanto, con lo que Cuba dejará de ser el peor productor de caña a nivel mundial.
Estas brigadas no son de "... azadoneros ni piocheros, sino de trabajadores que siembran y cultivan la caña de forma integrada y colectiva, según la programación y hacia donde se determine el esfuerzo principal, haciendo simultáneamente otras labores", señaló el Ministro del Azúcar durante un encuentro con dirigentes de base de las provincias de Camagüey, Ciego de Ávila y Sancti Spíritus, reseñado a fines de marzo por el periódico oficialista Trabajadores.
Quien haya seguido asiduamente los comentarios publicados por el diario Granma sobre las asambleas municipales del Partido Comunista, celebradas en las últimas semanas, habrá podido comprobar que en casi todas ellas se trató el tema del mal estado de las cañas, así como apreciar la cantidad de unidades productoras, fundamentalmente Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UVPC), que como promedio ni siquiera alcanzan 25,4 toneladas por hectárea (30.000 arrobas por caballerías). Este rendimiento constituye casi la tercera parte de lo que se produce como promedio internacionalmente. Ello indica que las plantaciones se hallan en tan malas condiciones que lo único aconsejable sería demolerlas.
Existe el caso del Central Pepito Tey, antiguo Soledad, enclavado en Cienfuegos, donde de las cuatro unidades suministradoras de caña, tres tienen rendimientos-promedio inferiores a 25,4 toneladas por hectárea. Esto ha ocasionado una sensible reducción en las disponibilidades de materia prima a moler en la actual zafra (situación increíble en una de las zonas de mayor tradición y cultura azucarera del país).
Las respuestas al por qué del desastre azucarero en la Isla, aunque variadas, tienen una base común: un sistema estatista y burocrático que no sólo ha destruido las plantaciones cañeras, sino que además ha contribuido a la descapitalización de toda su estructura productiva, incluidos los centrales, y provocado enormes daños ecológicos a los suelos cañeros. Asimismo, ha liquidado el incentivo para un cultivo que históricamente representó la mayor fuente de riqueza en Cuba.
En la presente zafra, por ejemplo, los cortadores de caña son pagados con míseros salarios mediante una moneda nacional depreciada, en un país donde el proceso de dolarización cada día es más intenso.
Los trabajadores azucareros en su conjunto, mal alimentados, vestidos y calzados, realizan sus labores con instrumentos de baja calidad. En no pocos casos, descansan de su ardua faena en dormitorios deteriorados y carentes de limpieza. Las instalaciones sanitarias de sus albergues son inadecuadas e insuficientes. Todo ello es bien conocido y alcanza tal magnitud que, incluso, ha sido reflejado en la prensa oficial.
El problema de los bajos rendimientos agrícolas cañeros resulta insoluble a base de consignas y de "novedosas" fórmulas organizativas, llámense como se llamen. El mismo se debe a la continuada aplicación de un fracasado sistema que, mientras no sea removido de raíz, no facilitará la recuperación azucarera que tan urgentemente requiere Cuba.
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