Lunes, 24 septiembre 2001 Año II. Edición 198 IMAGENES PORTADA
Economía
Sin razón para el alborozo

El impacto sobre la Isla sería devastador de agudizarse la desaceleración económica internacional.
por OSCAR ESPINOSA CHEPE  

Con mal disimulado júbilo, los controlados medios de difusión cubanos se afanan en propagar las dificultades causadas a la economía norteamericana por los actos terroristas cometidos en Nueva York y Washington el 11 de septiembre. El incremento de los problemas en sectores económicos y los consiguientes despidos de personal son resaltados, con sombríos vaticinios acerca del futuro de la economía más potente del mundo.

Este proceder no constituye una novedad. Desde hace meses, los voceros del régimen muestran su gozo por la desaceleración económica de los Estados Unidos y el mundo e incansablemente han pronosticado el advenimiento de una grave crisis a escala planetaria. Ahora, aparentemente esperan que estos trágicos acontecimientos coadyuven al cumplimiento de sus expectativas.

Resulta inconcebible esta conducta. Entre los primeros perjudicados por la crisis global estaremos los cubanos por la extraordinaria dependencia que existe de factores de orden externo: las remesas, el turismo, las inversiones extranjeras y las cotizaciones de los principales rubros de la exportación, los cuales se verían afectados.

Las remesas, provenientes fundamentalmente de los Estados Unidos, representan hoy el principal ingreso neto de divisas al país; y si en el vecino del norte se incrementaran los niveles de desempleo y progresara un ambiente de incertidumbre laboral, se dañarían notablemente los ingresos monetarios por ese concepto.

El turismo es una actividad con alta sensibilidad. En época de contracción económica, es de las primeras afectadas. Actualmente se agrega la inseguridad reinante acerca de los vuelos aéreos internacionales. Debe recordarse que las personas antes de ahorrar en comida y en la satisfacción de otras necesidades vitales, por lo general evitan realizar gastos no esenciales como los viajes de placer.

El impacto sobre las inversiones extranjeras sería muy grande de agudizarse la situación económica internacional. En un mundo inestable y en crisis, se paralizarían las inversiones, fundamentalmente por la pérdida de confianza en el futuro. Mucho más en Cuba, que hasta en época de auge, ha estado clasificada siempre como lugar de alto riesgo.

La situación del intercambio comercial se agravaría sustancialmente con la disminución de las cotizaciones de los rubros de exportación tradicionales, o sea el azúcar, el níquel, el tabaco y otros, y la posible carencia de mercados. Si en tiempos normales por cada dólar de mercancía exportada se importan tres, cabe imaginarse hasta dónde podría llegar el déficit.

En esas condiciones, quienes actualmente baten palmas por las dificultades existentes en Estados Unidos y otras zonas del mundo, deberían meditar más sobre las consecuencias que tendría para Cuba la profundización de la desaceleración mundial; máxime cuando el país se mantiene sumido en una crisis que ya dura once años. Entonces comprenderían la inexistencia de razones para el alborozo.


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