Viernes, 21 septiembre 2001 Año II. Edición 197 IMAGENES PORTADA
Economía
Querida oscuridad

A pesar del cacareado crecimiento económico, este verano los cortes de luz han traído a la memoria de la población los años duros del Período Especial.
por OSCAR ESPINOSA CHEPE  

El verano está a punto de finalizar. Además de las altas temperaturas, lo han caracterizado las continuas y prolongadas interrupciones en el servicio eléctrico de toda Cuba.

Los apagones, aunque nunca ausentes, habían disminuido en los últimos tiempos en comparación con la aguda crisis que prevaleció a mediados de los 90, cuando largas jornadas sin energía eléctrica se convirtieron en algo cotidiano.

Las interrupciones comenzaron a producirse en esta ocasión a principios de junio y, con mayor intensidad, se mantuvieron hasta agosto. Como explicación a este problema han aparecido notas de prensa, aduciendo fundamentalmente roturas en unidades generadoras, dificultades en las líneas de transmisión o la carencia de agua en una central eléctrica de la zona oriental del país, donde persiste una fuerte sequía. En las mismas se ha aclarado que la capacidad de generación del Sistema Electro Energético Nacional todavía es superior a la demanda.

Es conocido que la actividad económica cubana continúa distante de los niveles alcanzados antes del Período Especial; en consecuencia la demanda energética debe ser inferior a la de aquella época. Por otra parte, la capacidad de generación ha crecido. A fines de los 90 se conectaron al sistema dos nuevas unidades de 250 megawatios cada una, instaladas en Felton al norte de la provincia de Holguín; y otra, generadora de electricidad a partir del gas acompañante del petróleo extraído en Matanzas, comenzó a producir hace unos meses.

Asimismo, en años recientes se han realizado importantes inversiones en varias termoeléctricas con el objetivo de aumentar la eficiencia y seguridad operacional, lo que ha significado un crecimiento real de sus capacidades de generación. Por tanto, resulta difícil comprender la explicación de que la multiplicación de los apagones en una magnitud tan apreciable se deba a roturas en determinadas unidades.

Queda la alternativa de que esta situación se deba a la falta de combustible, lo cual sería una sorpresa, pues este año el plan estipula que la generación de energía eléctrica se realice en un 90 % con crudo de origen nacional, frente al 51 % utilizado en el 2000, lo que indudablemente debe haber significado un alivio relativo para la economía cubana.

En estas condiciones, lo único que podría explicar de alguna forma la repentina intensificación de los apagones sería el agravamiento de la situación financiera externa del país que, aun con los factores favorables anteriormente citados, impide satisfacer las necesidades nacionales de portadores energéticos. Una coyuntura que, de persistir, no sólo haría que continuasen los nocivos apagones, sino que paralizaría el crecimiento económico e incluso podría tornarlo negativo.


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