La invasión gallega |
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Según José Manuel Fernández, director de la Cámara de Industria y Comercio española, Cuba sería un trampolín para la expansión económica hacia otras regiones |
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por LUIS MANUEL GARCíA |
Parte 1 / 2 |
Lo que algunos llaman la "nueva colonización" española de Cuba, no es nada nuevo ni se refiere exclusivamente a la Isla. Tras la consolidación del despegue económico español, sus empresarios han dirigido su mirada (y su capital) hacia América Latina, con un fervor sólo comparable al de aquellos precursores de la globalización que en el siglo XVI adscribieron todo un continente a la geografía europea. De modo que en apenas veinte años, España se ha convertido en el segundo y a veces el primer inversionista extranjero en varios países latinoamericanos, cosa sorprendente si consideramos que, hasta hace no mucho, la península pertenecía por derecho propio al Tercer Mundo.
Con sus altas y sus bajas, Fidel Castro mantuvo buenas relaciones comerciales con su homólogo Franco, época de la que conserva a su mejor interlocutor en la Madre Patria: el capo gallego don Manuel Fraga Iribarne. Claro que España no iba a conceder a Cuba las subvenciones de las que la dotaba el campo socialista. Por eso habría que esperar a su extinción, y la apertura cubana a las inversiones, para que España se convirtiera, junto a Canadá, en el primer socio comercial cubano, con la cuarta parte de las 392 asociaciones económicas de capital mixto y 213 empresas representadas (de las 775 presentes en la Isla). Actualmente es el tercer acreedor de Cuba, con un 10.8% de su deuda externa —USD 11,200 millones hasta 1998, que habrán crecido sustancialmente, dado el déficit de Cuba en la balanza comercial (USD 515 millones vs. USD 120 millones sólo en el 2000). A esto se suman 150,000 turistas españoles de visita a la Isla por año.
La XI Sesión del Comité Hispano Cubano de Cooperación Empresarial, celebrada recientemente, contó con la participación de 70 empresarios españoles, el vicepresidente del Consejo de Ministros de Cuba, José Ramón Fernández, los titulares de Comercio Exterior, Raúl de la Nuez, de Inversión Extranjera, Marta Lomas, y de Transporte, Álvaro Pérez. En ella José Manuel Fernández, director de la Cámara de Industria y Comercio española, definió a Cuba como una "zona estratégica para las inversiones", trampolín para la expansión económica hacia otras regiones e instó al Gobierno cubano a ofrecer mayores "seguridades legales'' a los inversionistas. Se solicitará a la Isla la liberación y des-regularización de los sectores cerrados a la inversión extranjera. Un argumento que no hizo explícito, pero que todos conocemos, es la especial circunstancia de que el escenario nacional está vedado al inversionista norteamericano, competidor peligroso y cercano.
Al mismo tiempo que las autoridades cubanas promueven inversiones españolas en infraestructura del turismo y distribución comercial, reconocen, por boca de Antonio Carricarte, presidente de la Cámara de Comercio de Cuba, que el desequilibrio de la balanza, muy favorable a España, es "uno de los problemas más acuciantes en nuestras relaciones''. Exportar la revolución ya no es rentable, por tanto el Gobierno deberá pensar otras soluciones.

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