Soy médico, pero quisiera trabajar de taxista |
|
Cuba, un país que desvaloriza su masa profesional |
 |
por OSCAR ESPINOSA CHEPE |
Parte 1 / 2 |
El ministro de Educación Superior, Fernando Vecino Alegret, en entrevista concedida al periódico Granma, afirmó que el país tiene, aproximadamente, 700.000 profesionales universitarios. Según esa cifra, estamos en vísperas de que uno de cada 16 cubanos sea egresado de la enseñanza superior, un indicador al nivel de los países desarrollados.
La información conduce a la siguiente pregunta: ¿cómo es posible que con tal potencial técnico, la realidad económica nacional sea definitivamente mediocre?
En la rama agropecuaria, de acuerdo a datos oficiales, se cuenta con 7000 médicos veterinarios y 11.000 técnicos medios, más una cifra no precisada de ingenieros pecuarios, pero la población carece de carne, leche y otras fuentes de proteína animal, habiéndose reducido el rebaño vacuno en más de un tercio.
La educación, donde ciertamente se registraron avances, hoy se halla en franco declive. A pesar de haberse graduado decenas de miles de pedagogos, escasea el personal docente, debido al éxodo causado por varios factores, entre los que se encuentran bajos salarios, deficientes condiciones de trabajo, un exceso de actividades extra escolares (especialmente de carácter político) y la ausencia de reconocimiento social.
Para tratar de paliar esta situación se preparan, en cursos emergentes de seis meses, contingentes de jovencitos captados desde décimo grado para impartir clases el próximo curso, lo que nunca será una solución a la crisis presente en el magisterio nacional.
En el campo del control económico se desarrolla un fenómeno similar. Se cuenta con decenas de miles de economistas, contadores, etcétera. Sin embargo, está reconocido hasta por los altos dirigentes del Gobierno que la inmensa mayoría de las empresas carece de control económico efectivo, incluida la contabilidad confiable.
En la salud pública, la agricultura, la construcción, la industria azucarera, prácticamente en todas las ramas de la economía, hay problemas análogos a los descritos. Situación paradójica, ya que es bien conocido que la disponibilidad de una fuerza de trabajo altamente calificada representa uno de los requisitos determinantes para el progreso de los pueblos.
La respuesta a esta evidente contradicción está en un sistema totalitario-burocrático que mantiene maniatadas las fuerzas productivas y la vitalidad de la nación, y que además prioriza el sometimiento y la obediencia del ser humano por sobre cualquier otra consideración, creando así un ambiente proclive al oportunismo y la doble moral que inhibe la creatividad y la eficiencia.

|