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Ecología
Tras la tempestad, la farsa

Un estudio sobre aspectos esenciales de la mitigación de los desastres naturales en Cuba.
por JOSé CARLOS LEZCANO Parte 2 / 3

Las fases que se establecen ante la amenaza de un ciclón tropical (informativa, alerta, emergencia y recuperativa), permiten activar una serie de medidas para enfrentar el evento, pero por sí solas no pueden mitigar sus daños, porque no están respaldadas por un sistema moderno de prevención y planificación previa, ni por una educación sistemática y consciente de la población, lo que tiende a generar gastos excesivos en sobre-evacuaciones, transporte y apoyo en general.

El Instituto de Meteorología, actualmente adscrito al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, es la entidad encargada de la vigilancia y predicción de los fenómenos meteorológicos que afectan a la Isla y sus mares adyacentes, jugando un rol de suma importancia en caso de amenaza ciclónica, pues de la efectividad de sus predicciones depende estrechamente la preparación y las medidas que deberán ponerse en práctica para enfrentar los distintos eventos. Pero sucede que sus posibilidades de respuesta ante las amenazas son con frecuencia lentas e inexactas, entre otras causas por el pobre estado de su anticuada tecnología de apoyo (radares, estaciones meteorológicas de superficie e instrumentación para la recepción de imágenes de satélite, etc.), así como por una estructura operativa deficiente y costosa, que demuestra sus abundantes limitaciones cuando la situación es más comprometida para el país. Los eslabones del sistema de coordinación con los diferentes mandos de la Defensa Civil se rompen fácilmente: el resultado es un desastre natural con efectos agigantados.

Hasta finales de los años ochenta, la Isla contaba con un subsidio impresionante de la antigua Unión Soviética. Ello le permitía movilizar todos los recursos posibles para enfrentar un desastre, aunque esta movilización no se sustentaba en una relación de costo-beneficio y enmascaraba la inefectividad del sistema para enfrentar estos casos. Pero ni aún contando con los resultados detallados de estudios de planificación y prevención a cualquier escala y para cada tipo de fenómeno, con una entidad de predicción meteorológica completamente equipada y las arcas repletas de dinero, el problema se resolvería, pues el principal enemigo de un esquema eficaz para la mitigación de los desastres naturales o de cualquier tipo en Cuba, es la centralización estatal y la relación social de propiedad.

Esto se distingue fácilmente cuando se activan las distintas fases ante la amenaza de un ciclón tropical. Por ejemplo, la masa ganadera debe ser situada con suficiente antelación en lugares seguros, previamente estudiados, según la magnitud del evento que se pronostica, pero sucede que ni los administradores de las granjas estatales ni sus subordinados sienten el estímulo o la necesidad de poner a salvo las reses, a las que con frecuencia ven como un elemento ajeno a su contexto, aunque les sirvan como medio diario de labor. En muchos casos prefieren que estos animales se ahoguen, pues podrían servir como fuente ilícita de la proteína que no consumen sus hijos. La situación es aún más lamentable cuando se trata de cultivos: se pierden miles de caballerías de plátano, caña, tabaco y cítricos por no hacer funcionar correctamente los planes operativos requeridos antes, durante y después del fenómeno.

De forma similar actúa el administrador de cualquier empresa, quien en la mayoría de los casos prefiere culpar a un fenómeno natural por el bajo resultado en la producción, exagerando los daños materiales que supuestamente se generaron, o el tiempo perdido debido a esta causa. Por supuesto, detrás de esta consideración fatalista casi siempre se oculta el estado de negligencia perpetuo de la mayor parte de los trabajadores en cada lugar, por lo que probablemente no es tomada ni una sola medida de prevención. En este sentido, estos administradores no hacen más que seguir la vocación casi enfermiza de la dirección del Gobierno, que achaca a las "irregularidades del clima" y al embargo norteamericano todos los males económicos del país.

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